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Carolina Díaz Rodríguez

Solita en Cáceres

Tengo cabrillas

Tengo cabrillas. No, no me he metido a pastora. Mis cabrillas han nacido, como todos los años me sucede, gracias al calor, no del amor de una madre, sino del brasero.

Las cabrillas, para quien no lo sepa, son un conjunto de manchas rojas, con forma de venas,  que salen normalmente en las piernas por culpa del calor de brasero. Yo pensaba que salían solo a causa del brasero de picón, ese que cuando vivía en Arroyo en casa de mis padres, tantas veces ha podido costarme la vida y en tantos inviernos, me ha convertido las piernas en una especie de mapas de carreteras que no llevan a ningún sitio.

  Las cabrillas no pican, ni escuecen. De hecho, normalmente tardas en enterarte de que te han salido, porque nada te avisa de su irrupción en tu vida. Son finitas, pero están muy marcadas, y difícilmente vas a encontrar una crema que te ayude a combatirlas, pues como buena experta en criar cabrillas (una pena que no den leche), sé que solo las cura y las elimina de tu piel el paso del tiempo.

Cuando llega el verano y aún no te han desaparecido, las cabrillas tienen el efecto contrario a cuando te haces un tatuaje en una parte poco visible del cuerpo a finales de temporada estival: que a la llegada del invierno no puedes mostrarlo ni lucirlo, y en el caso de las cabrillas, lo último que quieres es que se te vean, pues son sumamente antiestéticas por su semejanza a las varices.

Una cabrilla es capaz de conseguir que todos tus vestidos y tus faldas de invierno se pudran con las polillas en el armario, porque a no ser que te pongas dos o tres pares de medias gruesas encima unas de otras o que te eches maquillaje en la parte de las piernas en la que las tengas, raramente vas a poder hacerlas pasar desapercibidas. En definitiva, unas cabrillas en las piernas el año que te gradúas, es una gran putada. Menos mal que hay tiempo para que desaparezcan. Si por lo menos dieran leche…

Carolina Díaz tiene 19 años, vive en Arroyo de la Luz y estudia Filología. Cada amanecer coge el autobús a Cáceres. Por la mañana va a la universidad, por la tarde graba vídeos y por la noche vuelve a casa en bus. Solita en Cáceres es la cara oculta de sus grabaciones para las secciones Cáceres Insólita y Mira Quién Habla.

Sobre el autor

Carolina Díaz, vive en Arroyo de la Luz y estudia Filología. Cada amanecer coge el autobús a Cáceres. Por la mañana va a la universidad, por la tarde graba vídeos y por la noche vuelve a casa en bus. Solita en Cáceres es la cara oculta de sus grabaciones para las secciones Cáceres Insólita y Mira Quién Habla.


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