Presumo siempre de no ser nada superficial en cuanto a físico, pero he de reconocer que esta vez me he enamorado de un cuerpo, más grande, fuerte y masculino que a los que estoy acostumbrada a poseer entre mis brazos, a apretar junto a mi cuerpo. Tiene una piel muy áspera, muy varonil. Deja huella al palparlo, queda su silueta, sus “huellas dactilares” visibles en mis manos.
Desde que apareció en mi vida, ha desplazado al resto, ya solo tengo ojos para él, que me acompaña a todos lados, sin soltarse de mi mano. Se muestra duro, dominante, pero a la hora de la verdad es un endeble, muy frágil. Cuando nos rebozamos juntos por el suelo, cuando somos los dos felices paseando por Cáceres, voy muy pendiente de él, no sea que alguien vaya a intentar quitármelo porque es un fuerte objeto de deseo.
¿Qué le hace diferente a los demás?, ¿qué le hace distinto a los que han pasado hasta ahora por mi vida? Su etiqueta personal es importante, pero a la hora de la verdad es lo de menos, solo vale para impresionar. En realidad, excepto por su peso, que por su estructura física, sus “músculos”, es normal, en apariencia, es similar a los demás cuerpos, tiene parecidas sus articulaciones aunque en las ventajas de algunas de ellas, prefiero no entrar.
El nombre de mi cuerpo es 60d e imagináis bien: me ha robado el corazón por completo.