“Yo no quiero que mi hermano sea maricón, si hace falta, lo llevo a putas”. No, no es una frase de los años 60 que haya escuchado a Mauricio Colmenero en la serie de televisión Aida. Ayer, tras terminar de ducharme y cerrar el agua, el silencio se empañó con esta frase que llegaba desde mi propio salón. Está muy de moda este tema, tras aprobarse que el matrimonio homosexual sea constitucional. Pero en mi salón no estaba Andrea Hermida, coordinadora de NN.GG., declarando barbaridades como las que decía por la mañana en twitter y poco después borraba: “¿Respetar a los homosexuales? Por supuesto que los respeto. No hacen daño a nadie, solo a sí mismos. A ver si algún día descubren la cura”.
El salón de mi piso llevaba toda la tarde en plan plató de Sálvame Deluxe, con sus gritos, sus risas, sus peleas, reconciliaciones… mientras yo me desesperaba en mi habitación intentando leer. No sé cuantas personas había exactamente, porque sonó varias veces el telefonillo y entraba gente nueva. Lo cierto es que me tuve que poner unos tapones en los oídos para poder leer la prensa, pero aun así me era imposible. Y yo pensaba que ya no podía haber nada peor, que ya nada podría ser más grave que aguantar que unos jóvenes entre 21 y 25 años pudieran montar el escándalo que tenían formado.
Unos días antes ya había avisado. En mi piso todo nos lo decimos por notas en el frigorífico. Les dejé una cartita bien escrita contándoles y pidiéndoles por favor que necesitaba silencio, que no pegasen voces, que pusieran la televisión y la radio bajita… y que sus novios se aplicaran el cuento, ya que siendo un piso de cuatro, vivimos seis. Yo me ducho temprano y me seco el pelo con el mayor cuidado para hacer el menor ruido y no escucho Hoy por Hoy en la Ser, como antes hacía todas las mañanas, por no molestarlas. Me gusta respetar a los demás para que hagan lo mismo conmigo.
Apenas conozco a mis compañeras de piso, no sé prácticamente nada sobre sus vidas, sus estudios, sus familias… Y después de ver lo retrógradas y homófobas que son, me alegro de no tener relación con ellas. Porque tengo firmado un contrato, si no, me cambiaba de piso. Parece mentira, en el siglo en que vivimos…