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Carolina Díaz Rodríguez

Solita en Cáceres

Tener novio engorda

Cada día me sorprende más lo que cambia la gente de la adolescencia a la juventud. Cuando éramos quinceañeras, la gran ilusión de las chicas era estar delgadas, maquillarse mucho, ponerse ropa sexy y ser la que más ligaba los sábados en la discoteca. Salíamos en grupo siete u ocho, nunca con amigos, porque nos espantaban a la presa. Bebíamos hasta altas horas de la madrugada, hasta que unas se iban a enrollarse con sus ligues por cualquier zona oscura y otras, que éramos menos agraciadas, nos acompañábamos mutuamente a casa.

Ya no queda nada de eso, por desgracia. Era una etapa bonita, en la que ibas descubriendo poco a poco lo que era sufrir por que un chico te gustase y no te hiciese caso. Paseabas por las tardes para cuidar tu cuerpo, incluso te apuntabas al gimnasio. Éramos unas crías, pero salíamos siempre juntas, estábamos muy unidas. Pero hubo un momento en el que la ilusión de cada una dejó de ser gustarle a muchos chicos, para centrarse solo en uno: su novio.

Ahora, con 20 años, yo que era de las más gorditas de la pandilla, he pasado a ser de las más delgadas. Ellas empezaron a comer en casa de sus suegras, a ir de parrillada con otras parejas, a descuidar su manera de vestir, a dejar de maquillarse…. Pensaban: ¿Para qué me voy a cuidar si ya no tengo que gustarle a nadie más? Después, claro, lloran cuando no les están buenos los pantalones de hace un par de años, cuando las camisas que antes les quedaban anchas, ahora les marcan las lorzas de grasa.

Mi madre, a los cuarenta, fue a una endocrino para perder peso. Se quedó muy delgada, a veces nos dejábamos ropa. Empezó a volverse a pintar los labios, a ser más coqueta. Mi padre estaba encantado. Se veía que había recuperado el gusto por acicalarse, que había perdido hacía años. Pero a esa edad, te das cuenta de que ya no puedes ponerte muchas prendas que antes hubieras usado, que tienes que ser más discreta.

Mis amigas aún están a tiempo de hacer suyos tópicos clásicos como el “Collige virgo rosas”: disfruta de  la belleza y de la juventud porque son pasajeras, disfruta de ellas ahora que estás a tiempo. Si no, cuando tengan la edad de mi madre, se preguntarán “Ubi sunt”: ¿dónde están aquellos maravillosos años de rosas y azucenas, por qué no disfruté de aquel tiempo en que podía vestir lo que quisiera en lugar de descuidarme y entregarme a las parrilladas?

Carolina Díaz tiene 19 años, vive en Arroyo de la Luz y estudia Filología. Cada amanecer coge el autobús a Cáceres. Por la mañana va a la universidad, por la tarde graba vídeos y por la noche vuelve a casa en bus. Solita en Cáceres es la cara oculta de sus grabaciones para las secciones Cáceres Insólita y Mira Quién Habla.

Sobre el autor

Carolina Díaz, vive en Arroyo de la Luz y estudia Filología. Cada amanecer coge el autobús a Cáceres. Por la mañana va a la universidad, por la tarde graba vídeos y por la noche vuelve a casa en bus. Solita en Cáceres es la cara oculta de sus grabaciones para las secciones Cáceres Insólita y Mira Quién Habla.


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