Vuelve la lluvia, el frío nos apaga, nos obliga a encender en casa el brasero, las estufas… la televisión. Otra vez vuelta a tardes de pantalla y mando o ratón, viendo, en mi caso, “La que se avecina” en Factoría de Ficción, o subiendo fotos al Facebook. Cuando parecía que la primavera por fin llegaba, cuando nos ilusionábamos por poder festejarla en el ferial tras dos jueves aplazada, cuando los arroyanos creíamos que este finde íbamos a tener un buen dia de campo para disfrutar de la romería, para sacar las tiendas de campaña, mesas, sillas y barbacoas a nuestra dehesa, vuelve otra vez la lluvia y nos llena de incertidumbre, de pocas ganas de salir a la calle, de meternos en casa con el brasero y la tele, con el calentito pijama de invierno y los calcetines de lana.
Hace unas semanas, fui con mi padre al campo a ver el ganado que tiene. El pobre estaba muy disgustado, con todo lo que ha llovido, se le han estropeado las patatas que había sembrado. Menos mal que solo sembró la mitad y aún tiene la otra mitad para cuando escampe. Este año, ni del campo se puede vivir. Está todo encharcado, con un barrizal tremendo y hay que tener cuidado para que el coche no se te quede atascado. Pero mi padre no puede quedarse en casa al calor del brasero viendo la tele, por mucho que le apetezca. Ya que no hay trabajo en la construcción, habrá que vivir de los productos que este año le deje sacar la tierra.