Cuando comento en alguna conversación que mi verano lo pasaré en Cáceres, normalmente me dicen que me voy a morir del aburrimiento, que Cáceres está muerto. Y yo entiendo que para un cacereño de toda la vida, pasar un verano en su ciudad sea como para mí pasarlo en mi pueblo, a pesar de que dicen que los ámbitos rurales vienen bien para desconectar.
Lo cierto es que sí que veo menos gente por las calles, que en las discotecas por la noche se echa en falta las masas de universitarios con sus barriladas, que hasta es mucho más fácil encontrar aparcamiento por el centro… Pero para quienes nos gusta la vida cultural, ir a ver películas al aire libre, conciertos, dosis de humor… Cáceres no está tan mal.
A mí esta semana se me ha pasado volando, casi todos los días cuando iba cayendo el sol, que es a la hora que apetece salir de casa, tenía un plan interesante, empezando por ver por primera vez en mi vida a la Orquesta de Extremadura en la Plaza Mayor, pasando por ir al cine al aire libre del auditorio del Parque del Príncipe, al que pienso volver esta semana que entra para ayudar al banco de alimentos, ya que la semana pasada muchos no sabíamos que había que aportar comida para entrar, siguiendo el viernes con el concierto gratuito del grupo Las migas en el jardín del Museo Pedrilla, donde las componentes se ganaron al público, porque de allí no se movía nadie, y terminando anoche con Kabubi en el Corral de las cigüeñas, que se ganó mi corazón haciéndome reír como hacía mucho que nadie lo conseguía.
No sé si ahora que entra agosto, tal vez sí que no haya nada para divertirse. Yo, si todas las semanas disfruto como esta, cuando llegue septiembre y eche la vista atrás, me daré cuenta de que he pasado un verano increíble. Y ya si por fin me sale trabajo, no puedo pedir más.