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Carolina Díaz Rodríguez

Solita en Cáceres

La literatura de los 140 caracteres

Cada día me cuesta más leer y escribir textos largos. Mi cabeza se ha acostumbrado a la información precisa y breve, a la opinión de personas de todos los ámbitos: periodistas, políticos de diferentes bandos, futbolistas, artistas, amigos universitarios… Es decir, a los 140 caracteres. Cada noche me cuesta más leer un libro, sobre todo si es extenso, cada mañana, me cuesta más leer la prensa. Me levanto con los Trending Topic en la mano, y cómo no, participo en ellos siempre que puedo aportando mis ideas.

A comienzos de esta semana, me propuse escribir un relato para participar en un concurso. Seguí mi método de siempre antes de ponerme ante el folio en blanco: escribir en ese momento en el que la mente está delirando, si es posible, con un café al lado, para que el éxtasis de recrearse escribiendo aumente. He de reconocer que solo una vez en mi vida me he presentado a un concurso literario y que no estoy acostumbrada a seguir unas bases con unas reglas, y mucho menos de tamaño. Pero, tras volver a intentar ceñirme a lo ordenado, me he dado cuenta de que, entre la información reducida a la que me he acostumbrado, y el copia y pega habitual de los trabajos de clase, rellenar más de tres folios se me hace difícil y pesado, sí, porque aunque lo neguemos, si El rincón del vago sigue siendo tan famoso, es porque todos, no siempre, pero sí alguna que otra vez para salir del apuro, lo utilizamos.

Estoy en esa fase en la que me da la sensación de que estoy relatando una historia y tengo que meter rollo barato para rellenar páginas. Temo caer en eso que tantas veces odio cuando lo veo en una novela: muchas descripciones con adjetivos raros que no dicen absolutamente nada ni aportan emoción al desenlace. A este paso, o bien me queda el hecho de verme como una escritora frustrada, o bien puedo decantarme por dedicarme a la literatura estilo Monterroso: “Cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí”. El cuento más corto de la historia. Brevedad y sencillez. Muy típico de los tiempos que corren ahora.

Carolina Díaz tiene 19 años, vive en Arroyo de la Luz y estudia Filología. Cada amanecer coge el autobús a Cáceres. Por la mañana va a la universidad, por la tarde graba vídeos y por la noche vuelve a casa en bus. Solita en Cáceres es la cara oculta de sus grabaciones para las secciones Cáceres Insólita y Mira Quién Habla.

Sobre el autor

Carolina Díaz, vive en Arroyo de la Luz y estudia Filología. Cada amanecer coge el autobús a Cáceres. Por la mañana va a la universidad, por la tarde graba vídeos y por la noche vuelve a casa en bus. Solita en Cáceres es la cara oculta de sus grabaciones para las secciones Cáceres Insólita y Mira Quién Habla.


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