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Carolina Díaz Rodríguez

Solita en Cáceres

El coche más sucio del mundo

Alonso de la Torre limpiando su coche

Alonso de la Torre limpiando su coche

Alonso de la Torre es el personaje público más descuidado que conozco. Los periodistas, presentadores, escritores…  suelen tener coches nuevos e impolutos. El suyo es todo lo contrario. Con Alonso sucede como cuando inicias una relación: al principio intentas que todo esté lo más limpio y aparente posible, pero con el paso del tiempo, la confianza acaba dando asco, y en este caso especialmente. Desde que monté con Alonso por primera vez en su coche,  hasta hoy, su automóvil ha cambiado mucho.

Alonso es muy buen conductor, tiene mucha seguridad. A mí, al principio, me daba un poco de miedo, porque le gusta mucho la velocidad. Alguna vez que me ha traído a casa después de grabar, nos hemos cruzado con mis amigas y me han dicho que es un loco al volante. Yo confío en él, aunque reconozco que me pone muy nerviosa. Cuando estamos parados en un semáforo y los coches tardan demasiado en pasar, empieza a gritar: “¡Qué lentos son estos cacereños!”. No es de esos señores que pitan y ponen nerviosos a los demás conductores, pero a mí que voy a su lado me altera.

La primera vez que fuimos a hacer una entrevista a Plasencia (La pitarra del gordo), Alonso le dejó la primera secuela a su coche al tragarse la columna del parking, aunque con el tiempo he entendido que ese aparcamiento lo ponga tan nervioso, porque hay tantos carteles y señalizaciones de plazas privadas que al final no sabes dónde puedes aparcar y dónde no. Sin embargo, el lugar por antonomasia preferido por Alonso para destrozar su coche es la Cuesta del Marqués. Siempre que aparca ahí lo raya, hunde la chapa o se le olvida quitar la piedra que mete debajo de la rueda por seguridad y pasa por encima de ella.

El día que fuimos a entrevistar al bodeguero Pedro Mercado, en la sierra de Oliva de Mérida, Alonso se puso en plan chulito diciendo que su coche pasaba por cualquier lado. Era un camino de tierra y piedras durísimo. Brígido, el fotógrafo, fue listo y decidió montar en el todoterreno del entrevistado. Ese día, Alonso se cargó el cárter del coche. Eso sí, desde entonces ya ha dejado de hacer tantas  tonterías.

Por dentro, el coche de Alonso es una caja de sorpresas: lo mismo te encuentras en las alfombrillas monedas que avispas muertas. Yo tiemblo de miedo cada vez que Alonso baja la ventanilla, porque ya nos ha ocurrido un par de veces que se ha colado una avispa y se me ha matado encima. Algún día vamos a tener un accidente, porque yo empiezo a gritar del susto y Alonso intenta quitármela sin que me pique.

El año pasado por esta época, ayudaba a Alonso a lavar el coche. Íbamos al Elefante Azul y yo disfrutaba como una cría con la manguera, le pasábamos la aspiradora, limpiábamos los cristales con una bayeta…  Este invierno, con el frío, todos los días había una excusa para no limpiarlo porque el agua estaba fría y no nos apetecía. Ahora lo estamos notando: las alfombrillas apenas se ven de la suciedad que hay. Lo único que se ha limpiado en estos últimos cinco meses es el parabrisas, y gracias a que en las gasolineras, mientras llenas el depósito, tienes un cubo con agua y un cepillo al lado.

Carolina Díaz tiene 19 años, vive en Arroyo de la Luz y estudia Filología. Cada amanecer coge el autobús a Cáceres. Por la mañana va a la universidad, por la tarde graba vídeos y por la noche vuelve a casa en bus. Solita en Cáceres es la cara oculta de sus grabaciones para las secciones Cáceres Insólita y Mira Quién Habla.

Sobre el autor

Carolina Díaz, vive en Arroyo de la Luz y estudia Filología. Cada amanecer coge el autobús a Cáceres. Por la mañana va a la universidad, por la tarde graba vídeos y por la noche vuelve a casa en bus. Solita en Cáceres es la cara oculta de sus grabaciones para las secciones Cáceres Insólita y Mira Quién Habla.


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