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Carolina Díaz Rodríguez

Solita en Cáceres

Viva el cine low cost

Ayer fui al cine y sentí el mismo agobio que cuando vas a las rebajas el primer día, solo que la media de edad era mucho más baja y la gente no se pegaba por conseguir una camisa o, en este caso, una entrada.

Por la tarde, pasé a las tres y cuarto justo por delante de la taquilla y ya había seis o siete personas en fila y una hora después, cuando fui pensando que podría coger buenas entradas, tuve que desistir por lo larga que era la cola, pues ya no solo doblaba la esquina de la calle, sino que el final estaba más cerca de Colón que de los Multicines.

Llevo ya tres intentos de ver Ocho apellidos vascos, la peli de moda, esa de la que todo el mundo habla, pero no hay manera, y menos intentándolo los días en los que el cine vale barato, como estos tres días de comienzo de semana a 2.90€.

Es increíble ver lo llenas que han estado las salas estos días y que, tras el éxito que han tenido estos precios las dos veces que los han puesto, aún no se hayan decidido a bajar el coste de las entradas, cuando está comprobado que recaudan mucho más y el público responde. Y es que parece que ir al cine tiene que ser un lujo que puedas permitirte una vez al mes como mucho, no sea que vayas a enriquecer tu cultura a bajo coste.

Fijaos si ir al cine a 2.90€ da gusto, que ayer me metí en una peli que sospechaba ya de antemano que no me iba a gustar, pero era una de las dos en las que quedaban entradas. Eso sí, en asientos donde después cuando te levantas tienes contracturas en el cuello de lo cerca que estás de la pantalla. Era una de esas pelis estilo Matrix con muchos tíos buenos dándose de hostias, mucha sangre, muchas máquinas raras y grandes y mucha tecnología avanzada capaz de controlar el mundo. Que no es que yo vaya de Carlos Boyero por la vida, pero era la típica americanada ficticia que si la entrada me hubiera valido el doble, probablemente no hubiera entrado a ver.

Aun así, me lo pasé bien: era curioso ver cómo había gente entrando y saliendo de la sala intentando meterse en otras películas para las que se habían agotado las entradas. Y en cuanto a la peli, había algunas escenas que, aunque no me estuviese enterando muy bien del argumento, de hecho hasta el final no lo pillé, daba gusto verlas por los movimientos de cámara, tema en el que me concentro mucho para obviar el doblaje, pues me pone muy nerviosa ver que los labios van por un lado y la voz por otro.

Más allá de que Montoro decida bajar el IVA, no estaría mal que predicaran con el ejemplo empezando por bajar el precio de las entradas. Así, sí daría gusto ir al cine y al final, lo que te ahorras de la película te lo gastas en la bebida y en las palomitas. 

Carolina Díaz tiene 19 años, vive en Arroyo de la Luz y estudia Filología. Cada amanecer coge el autobús a Cáceres. Por la mañana va a la universidad, por la tarde graba vídeos y por la noche vuelve a casa en bus. Solita en Cáceres es la cara oculta de sus grabaciones para las secciones Cáceres Insólita y Mira Quién Habla.

Sobre el autor

Carolina Díaz, vive en Arroyo de la Luz y estudia Filología. Cada amanecer coge el autobús a Cáceres. Por la mañana va a la universidad, por la tarde graba vídeos y por la noche vuelve a casa en bus. Solita en Cáceres es la cara oculta de sus grabaciones para las secciones Cáceres Insólita y Mira Quién Habla.


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