Dicen que el italiano es muy fácil por su parecido con el castellano, puesto que son lenguas hermanas que provienen de la misma lengua madre, el latín, pero creo que eso es precisamente lo que lo hace más complicado. A medida que he ido avanzando este último mes en el curso B1 de italiano que estoy realizando, me he dado cuenta de que cuanto más me confío en su parecido, más meto la pata. Me explico:
Si todos nos dejamos llevar la primera vez que vemos la palabra ‘journalist’ en inglés por su parecido con el español, el primer significado que le asociamos es el de una persona que trabaja en el campo de sol a sol, vamos, el de un jornalero. Otro caso también muy común de confundir en este aspecto es el de la palabra ‘Mayor’ que en la lengua inglesa no designa un tamaño, sino la figura del representante del pueblo en el ayuntamiento.
En este sentido, teniendo en cuenta que cuando se comienza a estudiar un idioma se suele empezar por lo típico (saludos, despedidas, cómo defenderse ante diversas situaciones: pedir en un bar, irse de viaje, etc. ), el primer caso que me he encontrado y el más curioso, por su sentido cómico debido a su significado en español, ha aparecido a la hora de pedir el desayuno (la ‘colazione’, que no es lo que se le hace al zumo de naranja para quitarle la pulpa), y es que, que te ofrezcan para desayunar ‘burro’ de buenas a primeras, desconcierta a cualquiera, al menos, hasta que te sugieren añadirle un poco de mermelada. En el momento en el que estás pensando si la quieres de melocotón o de fresa, es cuando está digiriendo tu cerebro que desayunar ‘burro’ no se trata de comer un filete de carne de asno, sino de un poco de mantequilla en una tostada. Y siguiendo por estos derroteros alimenticios, el ‘pasto’ y el ‘antipasto’ que suena a campo árido en verano, propios de los de Castilla de Machado, no se refiere a otra cosa que a la comida y a los entremeses. Igualmente, hay que tener cuidado al pedir ‘gambas’, porque estaremos ‘metiendo la pata’ y nunca mejor dicho, con toda seguridad, ya que en italiano una ‘gamba’ es una pierna y pueden creer que practicamos el canibalismo.
Otro caso que me ha resultado bastante cómico es el de utilizar la palabra ‘caro’, que en nuestro idioma se utiliza para tildar a algo de costoso, para aludir a un fuerte sentimiento de cariño en el inicio de una carta o un email, por ejemplo. Aunque no menos raro me resulta el hecho de tener que ‘guardare la TV’, que no significa que la introduzco en una caja y la meto en el sótano, sino simplemente que voy a verla y a embobarme ante ella.
‘Andare’ y ‘andar’ no tienen nada que ver, un verbo es ‘ir’ y el otro,’ caminar’ y parece fácil pero cuesta asimilarlo. Y hablando de caminar, ¿quién puede llegarse a imaginar que en italiano un ‘camino’ es una ‘chimenea’ la primera vez que se encuentra la palabra en una frase? Lo único común que se me ocurre que hay entre ambos conceptos es uno (o varios) palos, unos en medio de la vereda, los otros, ardiendo en el fuego.
Pero, para mí, sin duda, la palabra fetiche, en este caso verbo, que más me ha despistado y confundido en mis estudios de italiano es ‘salire’ que cuesta meterse en la cabeza que como su propia palabra parece inducir es ‘salir’, cuando en realidad tiene el significado de ‘subir’, por ejemplo, a la ‘palestra’, que aunque la expresión es español signifique ‘darse a conocer al público’, en realidad, una ‘palestra’ en italiano es un gimnasio.
Todos estos “falsos amigos” del español y el italiano que he ido encontrando y muchos más que no menciono por no aburrir, hacen que a una le dé miedo lanzarse a improvisar por no liarla y decir algo que en realidad no quería decir.