Soy asidua espectadora de la San Silvestre cacereña. Cada año, desde mi última participación en el 97 acudo puntualmente para presenciar el desarrollo de la prueba. Me gusta observar actitudes, el comportamiento de los atletas antes y durante la competición así como el de los espectadores.
Mientras esperaba en lo alto de la cuesta del Gran Teatro, en Gran Vía, la aparición de los primeros atletas aún podía encontrarse gente que apresurada intentaba llegar a tiempo a la salida. En cabeza algún corredor con ropa poco apropiada desentonaba incitando a pensar que su puesto podría haberlo conseguido tras colarse. Ya a la altura de la Fuente Luminosa algunos chicos bien jóvenes recurrían a la picaresca buscando atajos por cruces y aceras y todo esto no hace si no entristecerme y pensar que no es cuestión de mala educación sino de falta de educación.
Ciertamente falta una tradición y cultura atlética. No sabemos comportarnos en eventos deportivos, ni como espectadores (cuando nos cruzamos, insultamos y faltamos el respeto) ni como deportistas (cuando no sabemos ocupar nuestro lugar en la salida, no obedecemos las reglas o no atendemos a las órdenes de un juez árbitro). Es cierto que el comportamiento incorrecto de una minoría destaca frente al correcto por mayoría pero creo deben corregirse las malas prácticas y es la organización la que debe ayudar a solventarlas insistiendo en unos hábitos acordes con lo que se supone una disciplina deportiva; puntualidad y organización en la salida, completar el recorrido.. aspectos básicos que no deberían saltarse por alto a pesar de que una prueba no sea catalogada de competitiva sino como lúdico-deportiva.
La buena praxis es la que educa y cada año no hacemos sino insistir en una tradición que dista de lo que entendería por cultura atlética. Mientras, en otras localidades se van arraigando las ganas de hacerlo bien, de mezclar atletismo competitivo y popular de manera que ambos sectores se vean potenciados al consolidarse esta relación que se retroalimenta y favorece a ambos cuya consecuencia más directa es que cada año la prueba tenga más relevancia siendo referente y donde asisten corredores de todas partes de la región. Lo que hace unos años funcionaba no tiene que seguir haciéndolo en el presente, es momento de observar hacia aquello que funcione, adaptarlo a nuestras demandas, cambiar y mejorar.