Podria debatirse durante horas los diseños urbanísticos que definirán una ciudad. En dichos diseños ha primado en numerosas ocasiones un beneficio económico que hemos aceptado como único modelo de construcción y desarrollo. Nos hemos preocupado de que la ciudad siga creciendo construyendo edificios cada vez más grandes y más altos pero se nos olvida plantear zonas verdes extensas donde se pueda practicar deporte además de ser zona de esparcimiento. Estos parques no son naturaleza sino un sucedáneo necesario en las urbes que estamos creando. En las ciudades de Extremadura, este problema no esta muy acentuado aún porque son ciudades accesibles en las que puedes encontrarte rápidamente recorriendo una cañada real o un camino pecuario. Todo esto hace que quiera trasmitir el valor de conservar y cuidar el estado natural de lo que ya tenemos, evitando en todo caso su transformación antropogénica. Dichos parajes pueden ser utilizados y disfrutados con fines deportivos si es necesario que sean viables y no un lastre para ningún ayuntamiento para su conservación. Podríamos hablar así de un término de sostenibilidad donde se plantea un crecimiento cualitativo, potenciando aquello que nos caracteriza, nuestro medio ambiente y espacio fundamental por otro lado para la práctica deportiva, una de las características de las que puede beneficiarse el viajero y residente en Extremadura. Puede ser una utopía si comparamos el rendimiento económico por m2 de un edificio de oficinas a un parque pero deseable y necesario. De hecho, en algunas grandes ciudades de otros paises he podido encontrar un parque de al menos 3km de perímetro en unos 2km a la redonda partiendo de cualquier punto de esa cuidad encontrabas un parque o zona verde extensa si andabas como máximo 2km en cualquier dirección, no sin plantearse otro balance; el de crecimiento horizontal frente al vertical. Insisto en que hoy en día a las ciudades extremeñas no concierne esta realidad pero que tenemos que tener presente a la hora de decidir qué tipo de desarrollo aceptamos (el cuidado y apuesta por nuestros campos –como espacios naturales, actividades de agricultura y ganadería- prima al ser una de nuestras fuentes principales de desarrollo).
Por otro lado, planteo el debate de construcción o funciones de mejora de infraestructura deportiva acorde con las necesidades de la población de manera que se le saque el máximo partido y rendimiento. Una nueva infraestructura será siempre bien acogida cuando pueda mantenerse y tenga una función definida y específica contextualizada en su entorno. No se trata de construir por construir, sino atender a la finalidad y causalidad del por qué y cómo hacerlo. Son algunas de las premisas del crecimiento cualitativo contra el cuantitativo. Tenemos en nuestra región varias infraestructuras en entornos naturales, de manera que se han acondicionado dichas zonas para favorecer un turismo deportivo respetuoso que ayude a dar a conocer y valorar dichos parajes pero son acciones que están todavía desarrollándose puesto que la actividad en sí no termina con la finalización de la obra que le dio origen, sino que seguirá necesitando de contendido y gestión para evitar que el desuso o falta de mantenimiento acabe con ese proyecto a los que tantos euros se invirtieron. El fin de la obra no es la finalidad en si misma sino el punto de inicio para el desarrollo de determinadas actividades deportivas.