Hola a todos,
Esta semana tuve la experiencia más apasionante de mi corta vida runnera que quería compartir con vosotros en esta pequeña ventana al mundo.
A primeros de la pasada semana recibí una llamada que me hizo saltar el corazón. Me dio un vuelco, de estas llamadas que uno quiere recibir casi todos los días, que te marcan una sonrisa en el rostro y te hacen saltar. Recuerdo que no hace mucho una noche recibí bajando de un metro en Madrid una que fue todo lo contrario… el teléfono tiene eso. Nos trae de todo cada vez que suena. En esta ocasión fue de las buenas.
Me llamaba Marina, de Marketing de Rexona...porque había sido elegido semifinalista del concurso Mueve Tu Muro que desde el mes de Febrero tienen en marcha, y que, aunque tiene muchos premios parciales, tiene un gran premio final: El Viaje a la Maratón de Nueva York de 2014.
No fue fácil el concurso: con más de 30.000 participantes, se trataba de ir cumpliendo los retos que cada semana el sistema te planteaba y te controlaba. Correr 5 días en una semana, 300 minutos en una semana, con alguna tirada de más de 20 kilómetros o con sesiones de más de 90 minutos. Cada semana, cuatro retos diferentes… duros, difíciles.
Y se me hizo duro. Venía justo de la Maratón de Badajoz, que me quedó muerto de piernas y de cabeza, pero lo hice acabé todos los niveles. Aún no sé como, de verdad. Fue una paliza considerable, algo que en cualquier otra fase de la temporada hubiera sido una semana normal de entrenamiento.
Bueno, pues de los 30.000 que empezaron, los más de 2.000 que acabamos todos los retos teníamos que contar nuestra historia #DOER, esa que nos hace diferentes, y esa que nos acercó al Running.
Yo la conté con la pasión que le pongo a todo, seguro que con algo de épica, pero es que para mí todo esto la tiene. ¡Pesaba más de 120 kilos hace poco más de dos años! Conté mi historia y gustó… y recibí esa llamada la pasada semana.
La fase final era otra cosa. Ya no se se trataba solo de correr , sino de correr rápido. Yo soy de correr mucho, no de correr rápido, ya que con mis casi 192 cms cuesta hacerlo, así que me lo tomé con tranquilidad. Teníamos que correr por las calles de Albacete la Rexona Street Run 2014 a las 20h del pasado Sábado, y lo íbamos a hacer a 35 grados centígrados de temperatura. Todo fue maravilloso, fue vivir una película entre focos y fotógrafos. Los doce éramos los elegidos, cada uno con su historia, la de Dani, un profesor de EF de Cataluña, Nando un chico Sevillano o la de Miguel Angel, un Madrileño que corre desde los 12 o 14 años, pasando por Carmen, una chica Bolibiana que se dejó el alma en la carrera, a Jaume que venía desde Valencia con la mujer o Lorena con la que compartí algún kilómetro y era todo pasión. Se trataba de correr y correr un 10k bajo un intenso sol y un sofocante calor.
Y en esas, apareció la motivación. No era quizás el mejor día con tanto calor, no era la mejor situación con tanta presión, pero había una fuerza que me hacía mover las piernas. Cada paso que daba me imaginaba por las calles de la Gran Manzana, cada paso que daba soñaba despierto.
Me daba lo mismo que apenas hubiera agua en carrera. Salí atrás, y fui adelantando corredores toda la carrera, Lorena, Jaume, Pedro, Dani…y decenas de runners a los que no conocía de nada. Bajo ese calor nunca hubiera acabado esa carrera. Aún tengo el efecto-recuerdo del calor que pasé en Sevilla en enero de este año, que me costó un gran susto.
Pero no, la motivación era más grande que el susto. En la vida y en el running no hay muros. Los muros se los pone uno solo. Lo compruebas en cada carrera , en cada paso, cuando ves a esas personas de 80 años corriendo, o cuando ves a algunos con sus sillas de ruedas, o a chicos y chicas que semanas antes apenas corrían 3 kilómetros sin echar la bilis. El muro está en nuestra cabeza, no existe, es pura utopía. Los runners lo sabemos, todo se puede si se quiere.
Corrí tanto que hice mi mejor marca en un 10kilómetros, en la peor fase de la temporada para mí, cuando peor estoy, pero lo mismo me dio, ya os digo que no corría yo, corría una persona que soñaba con correr el Maratón de Nueva York.
Si algún día leyendo un blog como éste decidís poneros a correr, acordaos de todo lo que hemos contado hasta ahora, pero acordaros sobre todo de esta entrada. Porque habrá un día que os sintáis invencibles. Habrá un día que hayáis dado una patada en la puerta de vuestras limitaciones y busquéis nuevos retos. Ese día os acordaréis de que alguien os dijo un día que la motivación lo es todo, que querer es poder. Que no hay muros que no se puedan mover, que nuestra cabeza es el principal arma de construcción y destrucción masiva, nos puede hundir pero también nos puede hacer sentirnos invencibles. Si algún día decidís correr…si ese día os llega…veréis que correr no es competir.
Yo no compito contra nadie nunca, no lo iba a hacer la semana pasada, ya lo avisé. Yo solo compito contra mí, contra mis muros, contra mis fantasmas, contra mis limitaciones, contra esas limitaciones físicas que tenía una persona que con más de 120 kilos un día salió a correr camino de Balboa…y le cambió la vida.
Ser un #DOER es hacerlo mientras muchos solo lo piensan. Ejecutar en lugar de analizar: No Pensar, correr. Correr mucho, correr hasta que las fuerzas se te agotan, la vista se nubla…y piensas en lo feliz que has sido haciéndolo, moviendo tus muros, venciendo tus miedos. Ser un #DOER supone creer que todo es posible, porque como digo siempre, lo imposible solo tarda un poco más
No sé si este año, este lustro, esta vida…no sé cuándo, pero yo he nacido para correr la Maratón de Nueva York. Y no habrá muro que lo impida, ni puerta que me pare. La motivación mueve montañas, en éste y en todos los sentidos de la vida. Uno tiene que pelear por lo que quiere. Siempre. Y yo lo estoy haciendo, y no solo en el Running.