Llevaba tiempo sopesándolo, y sobre todo preguntándome qué cualidades ha de tener alguien que se enfrenta a una prueba deportiva extrema, no solamente en la prueba en sí, si no ¿En qué condiciones meteorológicas sería?
Muchas preguntas rondaban en la cabeza allá por los últimos días del pasado septiembre, recién regresado de otra temporada en mi ‘casa’ en el verano Ártico…verdaderamente no puedo experimentar unas condiciones de invierno Polar para seguir con mi aprendizaje en lugares ‘fríos’. Este es mi empeño, y sí ¡me gusta el frío más que el calor!
El año pasado, por estas fechas de enero, preparábamos las mochilas en busca de aventuras en la Noche Polar (Llegamos al invierno Noruego). Pensaba que de aquella preciosa experiencia sacaría más aprendizaje de cómo sería el frío de verdad, pero a pesar de ir a buscar ese extremo y apenas alcanzar los -15º un día, de repente todo cambió y curiosamente llegamos a igualar la misma temperatura de -3º que hubo en Badajoz esos mismos días con fuertes nevadas en el norte de España.
¡No dábamos crédito! un potente frente polar alcanzó la península y al parecer nosotros más allá del circulo Polar nos quedábamos sin el frío que queríamos experimentar ¿Penoso, no?…en fin.
Después de que se caen algunos planes se levantan otros.
Viendo la luz al final del túnel pensando en nuevos proyectos, me centré en lo que yo podría hacer, principalmente por falta de participantes en nuevas aventuras, así que ¿Por qué no apuntarse a una prueba deportiva extrema…? El hecho de participar, era que al menos no estaría solo en medio de la taiga polar y en invierno ¿Tendría tiempo para prepararme físicamente? y lo más importante ¿estaría preparado psicológicamente?
Tras una búsqueda de pruebas de este tipo, me llamó la atención una entre las pocas que hay en el calendario de carreas árticas. La ‘Rovaniemi 150 Arctic Winter Race’ que se suele celebrar en la zona continental de la Laponia de Finlandia llamada Rovaniemi, y casa del autentico Papa Noel. Sonaba bien ¿no?
Esta carrera fue una de las primeras que se empezaron a organizar en las inmediaciones del Circulo Polar en invierno. En la actualidad se celebran ya varias en prácticamente todos los países que cruzan esta emblemática línea, donde todos la relacionamos más bien con el frío.
Las carreras de distancia ultra trail que ofrece son las de 66, 150 y 300 kilómetros. En tres modalidades a elegir; a pie, sobre esquíes o en (fat bike) bicicleta con ruedas especiales para rodar por nieve.
Dos finalistas celebran la llegada a la meta en la dura prueba de Alaska, la famosa Iditarod Trail Invitational. (foto de internet)
Pues bien, como digo siempre ‘la aventura es la aventura’ lancé un “globo sonda” a mi entorno más cercano para ver que tal…
Imaginaros las respuestas y reacciones, de todo tipo jejejejeje.
– Estás como una cabra…
-¡¡siempre buscando la muerte como las culebras!! jejeje esa es la más divertida.
-Qué frío ¡yo me moriría!
-¿No puedes sentar la cabeza ya? que ya vamos teniendo una edad… Esta me encanta.
En fin, un día me dedicaré a recopilar todos los comentarios que me han llegado hacer y los “porqués”.
Hace años tuve un incidente delicado en la espalda durante mi primera campaña ártica, me dejó quizás bastante tocado psíquica y físicamente durante varios meses, hasta que fueron remitiendo las dolencias incluso en años. Limitándome bastante por los grandes dolores que padecí. Pero ¡soy un cabezón! y jamás me rendí a pesar de los típicos bajones…
En septiembre me armé con unas zapatillas, una mochila ligera, un puñado de frutos secos y un par de geles como alimento y me encaramé en la plataforma de Gredos ¡Gredos mi querido Gredos! Mejor campo de entrenamiento y de sueños no he conocido. Me quería probar, ¡Sí! Por ello salí solo para ver qué quedaba de mi después de casi siete años sin poder correr.
Me aventuré y salí como alma lleva el diablo, llano de Prado pozas, pensaba…la maquinaria va bien, siguiente meta Barrerones, trago de agua en la fuente de cavadores miro atrás y veo amanecer desde allí.
¿Sigo? Barrerones está al alcance, agarro con fuerza los bastones y aprieto, rebaso a gente que sube más cargada, me animo adelantándolos, ellos suspiran al verme pasar dejando rastro con el ruidoso golpeteo de mis bastones en las ‘mal colocadas’ rocas.
Una conocida brisa fresca me saluda, levanto la vista y ¡ahí está! el mirador del circo de Gredos a 2100 metros de altitud.
Ahora toca bajar hasta la Laguna Grande, pues a saltar de piedra en piedra, mis sensaciones son cada vez más positivas ¡que recuerdos! amanecer en este lugar es resetear la mente y comenzar de nuevo.
Paro, me mojo con el agua fresca de la laguna y sigo, la concentración es máxima, vigilo mi ritmo de respiración ya que estoy a la altura del refugio de Elola, y ahora toca subir hacia la charca esmeralda. Cruzo un resbaladizo paso y me topo con un rebaño de cabritas de Gredos ¡estoy en casa!
Parada para tomar un puñado de pasas y frutos secos, un trago de agua, foto a las cabritas, contemplo el precioso alrededor y comienzo a andar, ya que arranca la empinada cuesta hasta la canal de subida.
Cabrita de Gredos, muy común verlas pastar. A veces se acercan a la gente porque le dan golosinas…¡Nunca hay que alimentar a los animales salvajes!
Al instante recuerdo esta fuerte subida, no despego la vista del suelo ya que debo saltar de bloque en bloque, de nuevo alzo la mirada y escucho otro grupo que está en la mitad de la rampa. Pienso, y a por ellos, la canal se estrecha, a mi derecha parte la canal Oeste y Norte hacia el Almanzor. Me centro de nuevo en el inclinado sendero repleto ahora de peldaños de roca.
Mi objetivo es el ruidoso grupo que sube, estoy muy cerca. Apenas avanzan y yo estoy detras de ellos. ¡Buenos días! me responden –¡Buenos días! y sigo sin descansar. A la derecha parte la estrecha canal del Crampón, elijo subir por la canal Bermeja ¡ya estoy en el collado!
Las piernas están cansadas, pero estoy muy animado así que sigo subiendo los bloques como grandes peldaños hasta arriba. Miro de reojo y veo mi objetivo el pico Almanzor de 2596 metros de altura.
Aquí estoy con el pico Almanzor, ¡más agusto que un arbusto!…Pensaba que iba ser más duro llevándome una dulce sensación.
Pues creo que no estoy tan mal, pensé. Con una gran sonrisa bajé hasta llegar a la plataforma donde está el aparcamiento. Parada obligada en el bar la Bodeguilla de Hoyos del Espino y para casa.
Firme creyente de la teoría de la atracción continué mi camino y en este trayecto fueron apareciendo detalles y personas que me ayudaron a centrar los pensamientos para construir una nueva aventura. Me encontré en una charla en Badajoz con Susana, y el sueño de Alaska y a Ismael compañero en el trabajo y ahora mi más atento entrenador y amigo de locuras.
En la conferencia de Susana Gomez Castiñeira, experta corredora de ultra trail y ultra fondo y enamorada de las pruebas extremas en el ártico. Finalista de las 350 millas de la Iditarod Trail Ivitational. También Acompañado con Ismael, un grandísimo corredor de ultra trail, que sin su fundamental ayuda no me hubiera ni pensado esta aventura.
Allá por mediados de noviembre había que materializar el plan y dar el SÍ como hizo Susana.
Y me pregunté ¿Por qué no correr una carrera en el invierno Polar? y la contestación fue un rotundo SÍ cargado de un mar de dudas pero fue verdadero. O… ¿Qué pensáis que es la aventura?
Continuará…
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