La tarde del pasado día 7 de septiembre, el super yate de lujo “Ice Angel“, impactaba con unos escoyos rocosos al sur del fiordo de Torssukátak durante su travesía hacia el cabo de farewell (kap farvel).
Yate de reciente remodelación interior y de 2009 de construcción, con 60 metros de eslora, y mil cincuenta toneladas de desplazamiento, valorado cerca de 30 millones de euros, apunto estuvo de hundirse en las aguas del cabo de farewell.
El impacto se produjo al sur del archipiélago de Iliartalik, justo a la entrada del fiordo de Torssukátak. Según parece, el primer oficial de guardia no detectó el peligro debido a un error de lectura del radar de profundidad.
Aunque este yate tiene tecnología suficiente para una navegación segura, se adentró en un lugar de alta complejidad, conocido únicamente por cazadores de la zona.
Ninguna carta náutica o GPS ofrece una información fiable sobre los escoyos rocosos y sonda de profundidad, convirtiendo el lugar en muy peligroso para la navegación de grandes embarcaciones.
La noche del día 7, el capitán daba la orden de abandonar la nave debido a una incontrolable entrada de agua en el lado de babor de su casco quedando a la deriva.
Después del distress relay alert (señal de socorro) hecho por el superyate, el Sisak III buque guardacostas de la policía de Qaqortoq, se ponía en marcha en dirección del siniestro. También se aproximó un avión de rescate para buscar el yate.
Desde Nanortalik ponía rumbo por su cuenta una pequeña embarcación de transfers local, para tratar de ayudar a la nave a la deriva.
A las pocas horas del siniestro llegaban todos los náufragos sanos y salvos a la isla de Nanortalik en una lancha semirígida del mismo barco.
Mientras tanto, la pequeña embarcación llegaba a la zona encontrando el yate abandonado a su suerte, semihundido y totalmente iluminado. Las condiciones de la marea favorecieron que la nave se soltara de la roca en la que quedó atrapada, haciéndola escorar aún más, dejándola en unas condiciones dramáticas.
Los tripulantes del pequeño barco, pudieron amarrar la nave de 60 metros de eslora y poderla remolcar para evitar que siguiera zozobrando. Así estuvieron toda la noche, llegando a provocar un peligroso sobrecalentamiento en el motor de la embarcación de los rescatadores. Un día después, el capitán del Ice Angel le agradecía su inestimable ayuda a los ocupantes de la embarcación de Nanortalik, regalando un motor igual que el que tenía su embarcación.
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