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José Trejo

Un extremeño en el Ártico

La Guerrera Qianngak

Es muy peligroso navegar en estas frías aguas, y mucho más si lo haces solo, pero dentro de mí había una gran excitación por enfrentarme de nuevo a lo desconocido: navegar en completa oscuridad. Confiaba solamente en el compás náutico y unos rumbos en mi memoria. Estaba convencido que de nuevo la “Guerrera” me llevaría a buen puerto, sabía que no me fallaría en medio de la oscuridad./

En una búsqueda apasionada cuenta más la persecución que el objeto perseguidoEl Tao del Jeet Kune Do” (1975), Bruce Lee

Es muy peligroso navegar en estas frías aguas, y mucho más si lo haces solo, pero dentro de mí había una gran excitación por enfrentarme de nuevo a lo desconocido: navegar en completa oscuridad. Confiaba solamente en el compás náutico y unos rumbos en mi memoria. Estaba convencido que de nuevo la Guerrera” me llevaría a buen puerto, sabía que no me fallaría en medio de la oscuridad.

 

Cómo desplazarse en la búsqueda de nuestro camino

Cuando observo a mi alrededor, mí filtro mental capta a aquellos valientes que fueron o son capaces de cruzar la difusa línea del miedo y adentrarse en lo desconocido en la búsqueda de lo que hay al otro lado. Los medios que se han utilizado para cumplir nuestros sueños han sido de lo más vario pintos, a veces incluso rocambolescos e inimaginables.

He de reconocer que muchos de esos medios han sido inventos extraordinarios y originales, a veces minimalistas, evitando el engorroso trance de las averías en lugares o en situaciones nada recomendables. Otros en cambio se han hecho por medios algo más convencionales, pero ojo, nunca perdiendo la esencia del reto y la aventura.

Cruzarse el Planeta andando, en bicicleta, en moto, volando o navegando, o desplazarse con una cometa y un trineo por los casquetes polares son solamente algunos de los ejemplos. La cuestión no solo es el medio que utilicemos sino el fin de porqué lo hacemos.

Quizás en muchos casos lo hagamos por conocer nuestro mundo interior en un viaje a lo desconocido buscando esas respuestas que todos nos hacemos a lo largo de la vida.

Cómo definir esta sensación con una sola palabra. ¡Libertad!

Mis cachivaches

Recuerdo el día que aprendí a montar en bici, sabía que mis primeras pedaladas me llevarían lejos y que no significaría solamente una medida de distancia. Me llevaría a un estado de autosuficiencia con una mezcla de incertidumbre y placer. Un día me alejé de la seguridad de lo que me era familiar, mi barrio y la seguridad de casa, cuanto más me separaba más curiosidad me generaba seguir avanzando. El efecto de reencontrar el camino de vuelta fue un alivio, ya que alguna vez tuve que tragar mucha saliva… Cuando se olvidaba el infundado miedo inicial que a todos nos han inculcado, no dudaba en volver a perderme por pura curiosidad.

No solamente experimenté esa placentera sensación alejándome del barrio, recorrer las montañas andando me volvía a dar esas mismas sensaciones que tuve de niño. Por supuesto no puedo olvidar mi etapa de motero, y mi Honda CBR 600 o como todo el mundo la llamaba, “La Treja”, con ella viví enormes y divertidas aventuras, viajando solo o en compañía. Recuerdo un largo fin de semana yendo a Málaga con mí compañero Jesús y su moto prestada. No dejó de averiarse por todo el caluroso camino, hasta que reventó el motor en medio de un solitario llano a las tres de la tarde con temperaturas infernales de más de 40ºC.

Enfundados en monos de cuero y sentados sobre un abrasador guarda raíl estuvimos esperando una ayuda que nunca llegó.

Pero quizás el medio para cruzar esa línea que hablaba antes, es mi querido “amigo” Wilson, el trineo o pulkka que utilicé para atravesar el lago Baikal. Le puse ese nombre en honor a la película de Náufrago de Tom Hans, me identifiqué con esa necesidad de hablar con algo o alguien cuando arrastraba mi rueda de coche en los largos y solitarios entrenamientos, y por ello le puse el mismo nombre como aquel balón con un rostro pintado que tanto le ayudó al protagonista.

Claro que he usado muchos trastos a los que les he cogido tanto cariño que al final les he puesto nombre propio. Recuerdo a mi amigo JJ, otro que suele poner nombre a las cosas…, solos en la orilla de un inhóspito fiordo de Groenlandia, tratábamos de asegurar el Avannaq (nuestro barco) cuando se refirió a George. Miré a mí alrededor buscando al tal George, y vi que se refería a algo que estaba tirando de un cabo para amarrar el barco a tierra. George es una pequeña ancla del tipo rezón, que él utiliza mientras espera cerca de la orilla, a fin de evitar que el casco del barco no golpee contra la rocosa costa groenlandesa.

Más extrañado quedé al año siguiente cuando lanzó otro pequeño rezón al que llamaría Jorge, quizás su hermano gemelo. No hace falta que os describa la cara de confusión que puso un viajero de abordo cuando nos escucho bregando con los dos pequeños rezones, George y Jorge. Bueno,  lo dejo aquí, que se puede alargar la historia más de la cuenta, jejejeje.

Necesidad y casualidad

A veces las casualidades y las necesidades van de la mano, como ocurrió en este caso. La compleja logística de la zona más alejada de la compañía, comprometía el tiempo de uso y la seguridad de nuestro barco, el Avannaq. Años antes me había grabado a sangre y fuego que de ningún modo nuestro barco le podía ocurrir ningún percance. Los problemas a la hora de una avería en el lejano extremo sur (un día de navegación de tiempo) hacía que extremásemos su cuidado, ya que en tal caso, nos encontraríamos solos metidos en un lío en medio de la inmensidad, y sin apoyo de otros barcos de la empresa por nuestra lejanía. Motivo por el cual, cualquiera que pertenezca a la zona del extremo sur, llevará desde ese momento el sobrenombre de “náufrago”, como así nos llaman cariñosamente los compañeros.

Aunque en la isla de Nanortalik existe un taller mecánico, carecen de un remolque lo suficientemente grande como para tratar de sacar al gran Avannaq a tierra firme, y tampoco es prioritario para ellos poner en primer lugar cualquier avería que le pudiera ocurrir durante la intensa campaña de verano, por tanto, no nos podíamos permitir dejar el barco ni tan solo un día en tierra.

JJ y yo nos las teníamos que apañar solos. Así aprendimos a realizar los mantenimientos y reparaciones en la goma y casco en medio del puerto, bajo la atenta mirada de nuestros vecinos groenlandeses.

Por estas circunstancias, debíamos encontrar una manera de aliviar tales tensiones de logística en el Sur. No recuerdo cómo ocurrió, pero encontramos la solución poniendo a flote de nuevo un viejo barco de la empresa que yacía olvidado entre chatarra y vehículos estadounidenses de los años sesenta en un almacén de la desmantelada base americana de Narsarsuaq.

Esta revivida embarcación iría equipada con la misma mecánica que el Avannaq para, llegado el momento, servir de fuente fundamental de piezas de repuesto para nuestro barco. Incluso se podría sustituir el motor completo al ser del mismo modelo que los dos que monta nuestro barco principal.

¡La versatilidad de mí querida Guerrera es infinita! Acabo de remontar el río que baja del Nalumasortoq explorando su lecho, aquí será un buen puerto natural seguro para utilizar en caso de que haya temporales.

 

Debido a la falta de información y cartas náuticas de la costa, es muy peligroso explorar nuevos lugares comprometiendo nuestro único barco. Tener una embarcación de apoyo es un alivio enorme y una gran ayuda.

Con los restos de materiales recuperados de un naufragio y de otras embarcaciones Fran y Vila adaptan las tuberías de acero inoxidable a la consola de la Guerrera. Al fin tiene una estructura sólida, una pantalla para el viento y un plotter gps. Mis compañeros han hecho un gran trabajo en el pequeño barco que navegará en los lejanos fiordos del extremo Sur.

 

Vila da los últimos retoques de soldadura a la nueva consola que llevará la Guerrera, será mucho más segura ahora. Fran vio necesario hacer estas mejoras ya que como yo, sufrió también el regreso in extremis de la zona de Nanortalik a final de la temporada, en medio de un fuerte temporal de viento y el terrorífico cruce del estrecho de Qaarssuuq Ikerasaa con sus grandes olas.

 

El vuelo del ave fénix

Como si resurgiera de las cenizas como un ave fénix, el olvidado barco apareció de nuevo, esperaba una nueva oportunidad de surcar las aguas. Con gran maestría Risi, el antiguo mecánico, le daban una compleja misión, dar vida al malogrado barco.

De origen portugués, la embarcación es del tipo zodiac semirrígida de la marca Valiant modelo DR520. Una embarcación de poco más de cinco metros y medio de eslora equipada con una gran goma de color gris oscuro que le da la flotación y un pequeño motor de 75 caballos de potencia que fue cambiado por otro más potente de 115 caballos.

 

Los lugareños no salían de su asombro al ver aquel extraño tipo de embarcación procedente de Europa que venía en un mercante. Para muchos era la primera vez que veían un barco de goma sobre un pequeño casco de fibra de vidrio. Todos coincidían que no duraría mucho a flote por los rigores de la zona. Navegar entre comprimidas masas de duro hielo glaciar la destrozaría en cuestión de tiempo.

Pero no fue así, Ramón conocía muy bien las cualidades de este tipo de embarcaciones aplicadas en la exploración polar. No dudó en utilizarla ni hizo caso a las críticas hasta la actualidad, demostrando así la gran valía de estas lanchas de casco semirrígido en las aproximaciones a la peligrosa costa o entre la banquisa de hielo.

 

Pero… ¿Por qué este pequeño barco destrozado había caído en el olvido en el fondo de un almacén de la antigua base americana Bluie West One?

En los albores de la compañía española Tierras Polares de viajes y expediciones en Groenlandia, vio la necesidad de incorporar una embarcación para llegar a los lugares más recónditos del lejano cabo de Farewell. Fue la primera embarcación española en surcar las complicadas aguas del Sur.

La valorada embarcación recibió los galones en forma de nuevo sistema de navegación por gps, el novedoso plotter náutico. Así se podría desplazar con mayor seguridad por los persistentes bancos de niebla entre los intricados fiordos.

Un soleado día, el patrón de turno, se dispuso a averiguar las bondades del gps mientras se desplazaba a un lejano campamento al borde del hielo. El tedio de la travesía sobre el largo fiordo de Tunulliarfik, hizo que se centrara en configurar el nuevo gps, de tanto en cuando, levantaba la vista por delante de la proa para ver si divisaba los habituales témpanos de hielo. Pero aquel día las aguas del fiordo estaban libres de hielo, exceptuando un pequeño iceberg que se vislumbraba muy a lo lejos en medio del ancho fiordo.

Ensimismado, el patrón seguía navegando y toqueteando la botonería del gps, pero, al levantar la vista sobre la proa de nuevo, no le dio tiempo a reaccionar y esquivar el único y solitario iceberg de todo el fiordo, impactando fuertemente a pesar del rápido golpe de timón. Acababa de reventar la proa del barco y él, salir volando por la borda.

Tanto el barco como el patrón fueron rescatados sin más consecuencia que un fuerte golpe y la culpabilidad de no haber estado atento a la navegación, en cambio, el barco se almacenó cayendo en el olvido durante años.

Muchos nombres para el mismo barco

Desde que se dividiese la empresa por áreas de operación, la cosa ha mejorado mucho, a cada uno nos toca cuidar de la mejor manera el material con el que cuenta. Pero los principios no fueron así, pasar las cosas por tantas manos hacía que el material sufriese desidia y mal uso. Por eso, a este barco de apoyo no se le diera la importancia hasta que me lo asignaron junto con el Avannaq.

La temporada en el fiordo toca a su fin, las faldas de las montañas ya tienen los colores ocres del otoño y la Guerra Qianngak espera ser estibada para traer de vuelta las cosas de los campamentos. El apoyo de este barco facilita mucho la labor y acorta el tiempo durante las operaciones en los campamentos independizando las tareas a cada embarcación.

 

‘Old schoold’, ‘la negra pequeña’, ‘la gris’, han sido los distintos nombres que le dieron pero ninguno cuajó. Quizás el más curioso fue el que le pusieron mis amigos groenlandeses al llamarle  el ‘Caballito’ cuando la veían dando saltos de ola en ola.

Sí fueron bautizados los barcos grandes, a algunos le pusieron nombres de los vientos groenlandeses de la zona, como Nigeq (viento del casquete polar procedente del Este), Avannaq (viento frío del Norte) etc.

Después de hacer unas cuantas miles de millas y muchas aventuras con ella, tocaba bautizar a la compañera de viaje. Mi Maestro y amigo el Capitán Niels, siempre me dijo que a los barcos había que ponerles nombre de mujer, por tradición marinera y porque como es sabido, un nombre de mujer nos recordará al símbolo materno de la seguridad o de la vuelta al cálido hogar.

-¿Por qué no le pongo el nombre de Qianngak? Le pregunté a JJ. De todos modos estamos hartos de sufrir este viento de aquí. Le afirmé sin que él todavía me pudiera contestar.

No está nada mal, así nunca te olvidarás de cómo se pronuncia. Respondiéndome echando una carcajada.

El viento qianngak, es un viento predominante de la zona del extremo Sur. Igual como el viento del Este llamado nigeq, estos son cálidos, secos y constantes. El qianngak se diferencia por ser aún más caliente que su hermano el nigeq pero de menor intensidad, aunque también puede levantar oleaje, este será solamente en pocas horas, apareciendo y desapareciendo por completo.

Quedaba el nombre femenino, o en femenino. Después de tantas millas junto a ella en este mar hostil, incluso cargada hasta los topes, siempre me ha transmitido mucha seguridad. A pesar de su pequeñez,  ha estado a la altura de sus hermanas las DR750 de dos motores guerreando en el Ártico como una más. Pues entonces, la llamaré la Guerrera Qianngak.

Ipiutaq, fiordo de Tunulliarfik. JJ, David y yo estamos de regreso del Sur, después de 10 semanas de trabajo y aventuras, volvemos a la base con ese regustillo de haber vivido grandes experiencias con la pequeña guerrera.

 

Mediados de un septiembre cualquiera, la Guerrera Qianngak y yo sobrevivimos a otra trepidante temporada en los mares del extremo Sur. Se me nota la cara la satisfacción de un trabajo bien hecho y disfrutado. Solamente queda los últimos mimos, prepararla para la hibernación en tierra firme.

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Logística

@Tierras Polares_viajes y expediciones

Tasermiut South Greenland Expeditions


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Sobre el autor

De espíritu inquieto, busco retos para no ahogarme en lo cotidiano. Mis dos pasiones son los deportes de aventura y los entornos naturales inhóspitos


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