Después de un pequeño descanso alejado del blog regreso con energías renovadas. Y eso, a pesar del ambientillo que se respira por el mundo debido de un bichito microscópico…que al parecer, no hay otro tema de conversación. Pero yo no le voy a darle gusto a esta moda, y voy a seguir con lo mío, o con lo que verdaderamente me hace feliz. Así uno se puede evadir de la rutina y de la lúgubre realidad que se respira.
Me hubiera gustado haberos contado en este tiempo, que estuvimos tras las huellas de la primera expedición extremeña en el Alto Ártico (Svalbard) allá por los años 80, y qué tal nos fue. O haberos contado si al fin una expedición científica había esclarecido la desaparición del pequeño titanic danés ,cerca de mi añorada casa groenlandesa, en fin…
A la espera de que las condiciones mejoren, me he propuesto dejaros en este blog el Bitácora de los días de expedición en el lago Baikal en varios capítulos. Quizás escriba cómo fueron aquellos intensos días para así liberarme y salir de la resaca que en cierto modo me afectó.
Saludos a todos !!!

Los famosos bloques de hielo cristalino. Si ves un documental sobre este lago saldrá esta típica foto.
¿Por qué el lago Baikal?
Los relatos de aventuras han formado parte de mi vida desde siempre. He ido siguiendo y estudiando paso a paso historias que me han ido motivando y llevando cada vez más lejos. Probablemente como hace un artista, que da forma y expresa lo que lleva dentro hasta culminar su obra. De hecho, me identifico con muchos de los artistas que me rodean, incluso, he mantenido gratas y clarificadoras charlas con alguno de ellos.
Así hasta llegar a coincidir en inquietudes y el por qué de esa necesidad de materializar las emociones que me han ayudado a entender el por qué de arriesgar tanto.
Para mí, lo que hago representa esos sentimientos que llevamos dentro. La fase de estudio, la motivación, la actitud, el esfuerzo por materializarlo, son fundamentales para culminar esa ‘obra’.
Hasta que dije sí a mi ‘obra’ o más bien ‘obras’ han pasado muchos años, quizás demasiados, pero la ‘empresa’ en la que estaba a punto de embarcarme era demasiada incierta y peligrosa como para tomarme las cosas a la ligera.
Recuerdo la ruta de las lagunas de Gredos en el invierno del 2007, cuando cruzábamos una laguna helada. Un compañero me habló del lago más grande y profundo del planeta que permanecía helado muchos meses en el duro invierno siberiano. Me captó tanto la atención que al llegar a casa tomé mi viejo mapamundi y lo ojeé hasta encontrarlo. Mi primera impresión al ver su ubicación y lejanía fue. -¡Qué demonios estoy pensando, esto es un imposible! ¡Es inabarcable para un neófito sin apenas experiencia como yo!
Cada experiencia que iba teniendo con el paso del tiempo me llevaba más y más a lo que estaba a punto de hacer. Sin darme cuenta, aquel loco plan de atravesar el lago, se había quedado olvidado en el subconsciente . Pero lo que no sabía es que siempre estuvo oculto pero de forma latente, y que aflorará años más tarde en forma de pregunta cuando bajé sano y salvo de una exploración a un glaciar de la costa Este de Groenlandia.
Al regreso de aquella pequeña expedición sentí paz, había superado el desasosiego de una situación tremenda en un campo glaciar repleto de profundas grietas ocultas por la nieve. Había temido por mi vida y sobreviví porque pensé que iba a morir mientras avanzabamos horas tras horas hacía lo desconocido. No era la primera vez que sufría ese temor tan paralizante, pero esta vez sentí alivio, algo profundo dentro se había ordenado y calmado.
Para ir al lago me propuse dos objetivos: el primero de ellos era constatar de primera mano los efectos causados por las inusuales temperaturas en el invierno siberiano debido al calentamiento global en el Planeta.
El segundo de mis objetivos, tomar más experiencia para futuras expediciones polares. Quería poner a prueba mi capacidad mental con temperaturas bajas en una travesía sobre hielo y la presión de hacerla en solitario.
Planificando un viaje excepcional
Las redes sociales son una gran ayuda para conocer a personas con las mismas inquietudes y sueños. Así fue como contacté con David, presidente del club ciclista Fatbike Barcelona . Viendo sus fotos de la ultramaratón Arctic Winter Race 150 comencé a seguirle. Como se suele decir “Dios los cría y ellos se juntan”…yo también había participado en esta dura carrera en el Círculo Polar, pero en años diferentes.
Vi que había estado en el lago Baikal en invierno, haciendo una travesía con bicis especiales para rodar por la nieve llamadas fatbikes. Buscando información para la logística del viaje, volvió a aparecer David. Proponía regresar de nuevo al lago, pero esta vez a pie, hecho que me que motivó a escribirle para que me contara más detalles.
Desde el primer momento conectamos y me propuso unirme a su proyecto y formar parte del grupo. Su intención era atravesar el lago desde la aldea de Ust-Barguzin hasta Khuzhir, por la parte más ancha del lago, haciendo un recorrido de más de 100 kilómetros de distancia, en autosuficiencia, usando la técnica de marcha nórdica (a pie y skys, tirando un con un trineo o pulka, en vez de llevar una pesada mochila a la espalda).
Aunque mi idea de recorrido era distinta, coincidía en la manera de afrontar la ruta. Tras pensarlo un momento, decidí adaptarme a la parte inicial de su viaje y así compartir gastos y su vital apoyo en la compleja logística rusa. Ellos tenían los contactos y la experiencia sobre el terreno del pasado año, y sería una ayuda fundamental en los primeros días en el lago como apoyo psicológico antes de separarme y seguir en solitario.
Para poder adaptarme a la travesía del grupo, recorté unos 180 kilómetros de travesía de mi plan inicial que era la de hacer la distancia completa del lago de extremo a extremo de 635 kilómetros.
Con este cambio de planes, todos saldríamos del mismo punto de partida, el pueblo de Ust-Barguzin, y mi travesía sería al final de unos 450 kilómetros aproximadamente.
Con mis nuevos amigos compartiría dos días para cruzar la parte más ancha del lago (83 kilómetros de orilla a orilla), hasta el cabo Norte de la isla de Olkhon, y luego separarme, para seguir el rumbo SW para tratar de llegar al pueblo de Kultuk, situado en la orilla del extremo sur del lago, mi meta.
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Mi viaje a Baikal. El grupo se consolida (Parte 2)
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