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José Trejo

Un extremeño en el Ártico

Día 4, campamento Huellas de oso. Travesía polar #SPITZBERG8022

Jorge inspecciona con los prismáticos el fiordo por si tenemos compañía de oso/

Día 4, campamento Huellas de oso.

La temperatura mínima del día fue de -11ºC, brisa moderada de 10 km/h con viento Sur, sensación térmica -17ºC (según tabla AEMET). Nubes y claros, nieve polvo.

Si queréis situaros durante nuestro recorrido en un mapa interactivo de Svalbard hacer clic aquí

El clima Ártico en general es muy cambiante, en un mismo día puedes experimentar las cuatro estaciones. El cuarto día fue uno de ellos.

Antes de comenzar a esquiar tuvimos que tomar un rumbo con la brújula hacia un punto apenas visible del borde inferior de un promontorio. Esta referencia a los minutos desapareció difuminándose la línea del horizonte. Agradecimos haber tomado el rumbo, y con él, llegamos hasta la siguiente referencia, las roderas marcadas en la nieve por las motos de nieve que se dirigían hacia la costa como nosotros.

El siguiente punto era alcanzar una cabaña de emergencia situada al borde en la costa del bello fiordo de Tempelfjorden. Este fiordo es tan espectacular como peligroso.

Un día antes, el grupo de la policía ártica, en su patrulla de regreso de su cabaña junto al refugio de emergencias del borde fiordo, se acercó al campamento de Passhytta, para ver si todos los permisos de expedición y armas estaban en orden en nuestra expedición.

Ya que se desviaron a inspeccionar nuestros papeles, les preguntamos acerca del espesor del hielo que tendríamos para cruzar días después. Pero las advertencias no se limitaron al peligroso cruce por encima del hielo de la banquisa y ni en el espesor del hielo, si no más bien sobre los osos. Al mostrarles los trazos marcados en mí mapa, preguntaron directamente a mí, al ser el responsable del rifle, si tenía suficiente experiencia en su manejo, y nos contaron un ataque de oso ocurrido al borde de las cabañas hace un tiempo.


El ataque de un oso polar

Un chico fue atacado por un oso durante una de las  excursiones en moto que suelen dirigirse hasta el borde del hielo de Tempelfjorden. Una distracción al descansar en la ruta fue lo suficiente para ser sorprendido por un oso polar que merodeaba buscando algo de basura entre de las cabañas.

El oso se abalanzó sobre el niño de 15 años. El guía de la excursión al advertir los gritos cercanos, apuntó con su arma al animal, y esta no efectuó el disparo, el seguro del arma estaba trabado. El guía trató y trató de destrabar el rifle, al no poder conseguirlo presenció la escena más dantesca de su vida. El hambriento oso, en un instante, había acabado con la vida del chico y comenzó a devorarlo delante de los horrorizados excursionistas que nada pudieron hacer para salvar la vida del niño.


La nubosidad y la falta de visibilidad por la ventisca nos acompañó hasta dar con las cabañas de la policía y de emergencias. Dimos un vistazo y nos quedamos en la confortable cabaña, y así tomar algo caliente para reponernos un poco.

El viento fuera de la cabaña sopló con fuerza y los copos de nieve y hielo se movían en horizontal. !Parecía polvo seco!

El fuerte viento desplazó la nubosidad y dejó un sol con las luces de la tarde iluminando con tonos cálidos las laderas de las montañas del fiordo, se convirtió en un lugar de luces mágicas. Tonos anaranjados, violeta sobre el blanco/azulado de la nieve, junto con los estratos negros característicos de las montañas de Svalbard.

Primeras huellas de oso polar sobre el hielo marino del fiordo de Tempelfjorden.

Deseosos de pisar el hielo de banquisa del fiordo, atravesamos con cuidado las grietas del borde junto a la costa. Estas grietas son causadas por el efecto de las mareas, al subir y bajar el nivel del mar la costra helada llamada banquisa se rompe en el borde de la tierra.

Debíamos cruzar el fiordo a la otra orilla para llegar al paso de montaña, pero haciendo una parábola ya que podríamos entrar en una zona de hielo de menor grosor. Siguiendo las recomendaciones de la policía ártica, nos adentramos en el hielo unas decenas de metros y avanzamos paralelo a la costa hasta alcanzar la siguiente referencia del mapa, el Kapp Schoultz. En ese punto viraríamos para cruzar. Pero antes, cada cierto tiempo, deberíamos ir haciendo “catas” en el espesor del hielo con uno de mis tornillos de escalada en hielo. Gontzal después de su caída en el lago Baikal en el año 2019, no quería esta vez probar el agua salada.

Comparando nuestra logística con la del vídeo del treinta aniversario de la Expedición Polar Extremeña de 1980, ellos no tuvieron hielo sólido para cruzar los fiordos al ser en el mes de julio su expedición. Se trajeron desde España un par de zodiac inflables y a motor, y con ellas hicieron todas las aproximaciones a la costa navegando entre los témpanos de hielo de los fiordos.

Jorge inspecciona con los prismáticos el fiordo por si tenemos compañía. 


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Sobre el autor

De espíritu inquieto, busco retos para no ahogarme en lo cotidiano. Mis dos pasiones son los deportes de aventura y los entornos naturales inhóspitos


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