Día de sol y nubes, la temperatura mínima fue de -11ºC. Brisa débil de 12 – 19 km/h de Nordeste con rachas moderadas de 20 -29 km/h con sensación térmica de -26º C. Lo mismo que el día anterior.
Si queréis situaros durante nuestro recorrido en un mapa interactivo de Svalbard hacer clic aquí
A lo lejos, mirando la orilla de enfrente del fiordo de Billefjorden, se veían las dos esbeltas torres de la central térmica de la ciudad fantasma de Pyramiden. Entre un amasijo de hierros oxidados se intuía la larga cinta transportadora para transbordar el carbón mineral hacia el muelle.
Otra estructura que se podía ver desde nuestro campamento, era la pasarela que subía directa hacía las entrañas de Pyramiden, la montaña con el nombre por el cual se bautizó la ciudad. Se trataba de una larga y continúa galería cerrada por los costados y por el techo, que hacía de protección para los railes de las vagonetas, y protegían a los mineros del terrible clima.
Aquella mañana lo único que había que hacer, era seguir bajando la morrena lateral del glaciar Nordeskiöldbreen por las a veces empinadas rampas, para luego ir en llano sobre el hielo del fiordo helado. Tan solo nos quedaban unos cuatro kilómetros para alcanzar el borde de la banquisa del fiordo de Billefjorden.
De nuevo nos encontrábamos en territorio ‘comanche’, zona de osos polares.
Desde antes que llegásemos al Alto Ártico, mucha gente nos advirtió a donde nos íbamos a meter y de lo terrible que podría ser un oso polar si te pilla distraído. Alguno, incluso, trató de quitarme la idea por el enorme peligro al que me exponía. Es una realidad, la densidad que hay de este majestuoso animal en Svalbard, es razón de sobra para persuadir a cualquiera por actica y por pasiva.
Incluso al leer el permiso que hay que solicitar al Gobernador de Svalbard lo pone bien clarito, qué tipo de sistemas de alarma, qué defensas tienes que llevar, así como saber de armas de fuego. Por otro lado, las empresas de alquiler de armas son muy exigentes para quienes tratan de alquilar un rifle o un revolver. Te hacen pasar por varios filtros, sobre todo qué tipo de experiencias has tenido con armas y si alguna vez tuviste un encuentro con el oso polar.
En mí caso particular, cumplía ampliamente todos los requisitos, incluido eso del encuentro con el oso polar, al venir de Groenlandia, y de una zona muy especial (extremo sur) en particular, donde es relativamente común encontrarte con algún oso.
El asunto de llevar un arma para salvar el pellejo suele dar grima, porque como digo, es un peligro real, y según las vivencias de muchos colegas, estar en el archipiélago de Svalbard es demasiado psicológico, a veces insoportable si vas a pasar mucho tiempo expuesto. Estar a la defensiva y mirar a tu alrededor constantemente es muy extenuante, sobre todo cuando te metes en la tienda de campaña y caes en un sueño profundo debido al cansancio producido por el esfuerzo físico. No digamos nada si encima la visibilidad es pésima.
Quizás lo que más se teme, es cuando llegue el momento de interactuar con el rey del Ártico, el oso polar, y es que te merodee y vaya siguiendo tus pasos. Tiempo atrás pude contactar con un guía noruego que trabaja en Svalbard, y me contó que tuvieron que pedir rescate por helicóptero debido a un oso que les siguió durante tres días. El cansancio se hizo cada vez más profundo y no podían dormir por la presencia de la hambrienta bestia.
A las puertas de Pyramiden, la ciudad soviética fantasma
A lo lejos se veía cada vez más nítida una de las metas del proyecto #SPITZBERG8022 la famosa cuidad soviética abandonada.
Avisados por la policía de la presencia de osos por la zona, fuimos más pendientes de nuestro alrededor dentro de la banquisa. La cantidad de focas del lugar hacía que hubiera osos merodeando en búsqueda de su comida habitual.
No tardamos en toparnos con las primeras focas, esta retozaba panza arriba cerca de uno de los agujeros de ‘salvamento’ horadado con sus afiladas garras. Al acercarnos más a la foca, esta se giró y de un movimiento serpenteante se introdujo en el orifico desapareciendo en las gélidas aguas del fiordo.
La visibilidad empeoró, los copos de nieve intranquilizaba el avance lento del grupo. Cada varios segundos alguno de nosotros se paraba y oteaba el horizonte haciendo un giro de 180 grados buscando a los compañeros, y luego, a algo enorme de color blanco, y que se sostuviera sobre cuatro patas.
Se hizo largo el cruce del fiordo a pesar de ser llano y con nieve asentada. No nos preocupaba demasiado la orientación de la ruta, ya que todas la huellas de moto de nieve se dirigían hacia Pyramiden.
De repente oímos la voz de Gontzal, miramos hacia él, y nos fijamos en el gesto que hacía con el bastón de esquí, acababa de toparse con otras huelas de oso. Las huellas se cruzaban perpendicularmente hacia el fondo de la ensenada de Petuniabukta. Pero mirando más detenidamente el rastro, pudimos comprobar que eran dos pares de huellas, era una hembra con un cachorro.
La llegada a nuestra ansiada meta, Pyramiden, fue como envuelta en el misterio. Al llegar al atardecer, el Sol envuelto en nubes plomizas, pintaba de colores ocres los perfiles de la piramidal montaña. A sus faldas permanecía congelada en el tiempo la fantasmagórica cuidad.
Una imagen nos tranquilizó, al levantar la vista del suelo helado del fiordo, encima de la enorme torre de transvase del mineral, vimos una bandera, era la rusa. Pero al seguir el avance hasta la ciudad, nos dimos cuenta de que en realidad eran dos banderas, la otra era noruega.
Informaciones cruzadas días antes de nuestra llegada a Svalbard, debido al conflicto armado entre Rusia y Ucrania, hacía presagiar que no seríamos bien recibidos en suelo ruso, pero al aumentar el zoom de mi cámara sobre un lejano cartel, me atrapó un sentimiento de serenidad. En los lugares tan apartados al mundo, las cosas son muy diferentes, no cala la propaganda, los amigos son y seguirán siéndolo a pesar de que muchos se empeñen en tratar de enemistarlos, solo es la parte de una mala política, e intereses económicos en manos de unos pocos que ‘afean’ todo lo que tocan.
En un cartel de la entrada a la ciudad lo ponía bien claro, ‘Friendly area with all peoples’ lugar amable con todas las personas.
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