Día de sol y muy nuboso por la tarde, la temperatura mínima fue de -11ºC. Brisa muy débil de 6 – 11 km/h de Suroeste con sensación térmica de -16º C.
Si queréis situaros durante nuestro recorrido en un mapa interactivo de Svalbard hacer clic aquí
Desde que supe de la existencia de este archipiélago en el Alto Ártico, y más aún, de la historia de la ciudad fantasma de Pyramiden, siempre tuve en la cabeza tratar de visitarla como fuera. El interés que me provocaba el misterio que la rodea me atrapó, y más por su lejanía del mundo conocido, es casi inaxcesible. En invierno solo se puede llegar en moto de nieve o esquiando, lo que la hace aún más interesante para emprender una aventura.
En este viaje hacia el Norte la filosofía era en modo de autosuficiencia, eso significaba que no dependeríamos de ninguna ayuda exterior, por ello cargaríamos con todo el equipo necesario durante el tiempo que durara la travesía. Pero al llegar a la ciudad fantasma, nos topamos con otra realidad, Pyramiden no estaba tan abandonado, había comenzado a florecer de nuevo pero para el turismo de masas.
El hotel Pyramiden fue uno de los ejemplos de ese floreciente turismo. El aparcamiento de enfrente estaba repleto de motos de nieve y de logística para viajes. Los pocos habitantes que había en aquella ciudad perdida trabajaban por y para el turismo. Al preguntares, respondían con expectativas de que en un futuro no muy cercano la cuidad volvería a estar habitada. La filosofía de la travesía se vio trucada por unas pocas horas en modo civilización al pisar las instalaciones de aquel extravagante hotel.
Dentro de los planes, los tres queríamos tener la experiencia de pasar un par de noches durmiendo en los edificios abandonados y visitar aquel extraño lugar. Al preguntar en la recepción del hotel, amablemente nos dijeron alguno de esos antiguos edificios. Al día siguiente, el recepcionista se desdijo, diciendo que se había equivocado al darnos aquella información, pero para nosotros ese comentario olía a venta de noches de hotel, y no le hicimos caso.
Nuestro refugio por dos días en el antiguo edificio de las oficinas de la mina. Buscamos una habitación segura de la segunda planta, para estar más tranquilos por las visitas abituales de los oso polares atrancamos las escaleras con unas estructuras de madera. Foto Jorge G.
La ciudad es grande, hay dos tipos de construcciones, los edificios antiguos de la mina en los años 20 cuando pertenecieron a Suecia, y las construcciones rusas, estas últimas más modernas. El estado de las primeras edificaciones es de bastante abandono, algunas de ellas han colapsado y otras están quemadas. En cambio, los edificios soviéticos están en muy buen estado.
La ciudad permanece custodiada por dos organismos, uno noruego y otro ruso. Prácticamente todo está cerrado con candados, y para acceder al interior de las instalaciones tienes que pagar un tour con un guía del lugar. La única instalación que visitamos fue la casa de la cultura. Este edificio es el más grande y predominante de la plaza central, acoge una tienda de suvenirs en la planta superior.
En la planta inferior está la pista deportiva de futbol y baloncesto, está todo en perfecto estado. También este lugar albergó la sala de proyecciones y juegos. Es curioso ver un video juego ‘electrónico’ de los 80/90, el típico de las salas de recreativos con las inscripciones en ruso. Todavía permanecen en las paredes los carteles de algunas películas de los ochenta, incluso algunas de origen americano.
Bloques de pisos con las ventanas ocupadas por nidos de pájaros. La naturaleza va recuperando su espacio, o al menos de momento.
Edificios de viviendas detrás de Gontzal, y otro icónico símbolo de la ciudad, el monumento del mal dibujado oso polar y los ‘incorrectos’ 79º N, realmente son 78º40′ N. Se nota el buen estado de conservación de los edificios al ver un detalle, no hay ventanas rotas. Foto Jorge G.
Galería de subida hacia la boca de la mina. Se puede observar el hielo que lo cubre todo, ‘no me gustaría haber estado trabajando en invierno en este lugar’. Este pensamiento lo repetimos los tres. Cuando llegamos a lo alto de la boca de la mina, hacía tiempo que había dejado de contar los más de mil peldaños de madera de la larga y empinada pasarela. Esta dura subida está cubierta por una chapa para protegerse de los terribles vendabales.
PARA VER MÁS DE MIS AVENTURAS HAZ CLIC EN ESTOS ENLACES
Para ver más fotos de mis viajes, puedes seguirme en este link