1 año, cuatro continentes y cuatro primaveras. Próximo destino: América del Sur, Uruguay. Me falta el “Continente Helado”, pero no me asusta porque he comprobado que en la Europa mediterránea se puede pasar mucho frío en pleno verano.
Los que estáis conmigo y me respetáis, sabéis que siempre “os llevo”, y que “soy con vosotros” y en algún caso “sois conmigo”. Sabéis que siempre vuelvo, porque “sé” dónde están mis raíces y a quién pertenezco. Esta vez vuelvo pronto.
Me encantaría tener un intercambio tipo “conexión neuronal USB” (learnt by my master Mónica Tello), para que se produjese ese traslado de conocimiento que considero fundamental para el verdadero desarrollo y crecimiento de las personas y de las sociedades. Me gustaría que vieseis con mis ojos, lo que yo he visto, que hubieseis conocido a las mujeres fuertes de África, que hubieseis acariciado a los niños descalzos de Malawi, que hubieseis visto los ciclos de la naturaleza de esta otra parte del mundo. Nadie se escapa, somos un mundo global conectado, por acciones, palabras e intenciones-emociones. El que se aísla, está perdido. No es justo ni verdad mirar el mundo desde un solo ángulo y con un solo prisma, habría que probarse muchas gafas y cambiar muchas veces de silla. Todos estamos en el banquillo de la responsabilidad.
Siempre pienso que si fuésemos verdaderamente conscientes de que nos morimos cada día un poquito más, haríamos los caminos más ligeros, despediríamos a los fantasmas del miedo y del inmovilismo y disfrutaríamos, contribuiríamos y amaríamos mucho más. El miedo no paraliza el mundo, sólo paraliza al que queda poseído por él. El coraje es la reacción consciente que requiere la evolución y el crecimiento.
Vuelvo al hemisferio sur, donde parece que las cosas llevan la dirección contraria. Los cielos estrellados son diferentes, pienso que el que tira las estrellas a la noche es diferente en cada uno de ellos. El que lo hace en el Hemisferio Sur debe llevar más y de menor tamaño. Pero pienso que es el mismo cielo, cuando lo miro desde allí abajo, me conecta con este otro. Cuando nosotros estamos en el verano caluroso, los del Hemisferio Sur están en los veranos fríos, incluso en los veranos que llaman “lluviosos” dependiendo en donde hayas aterrizado.
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Dejo España en la mitad avanzada del verano, aquí voy sintiendo cómo entra el invierno, la oscuridad ocupa el espacio de la luz, el frio resta el calor. Allí llego al inicio de la primavera, cuando es el sol el que acaricia con mano cálida al frio y a la lluvia. Llego en ese momento de excitación y exaltación propio de la primavera. He vivido ya tres primaveras en tres continentes en menos de un año y ahora me toca esta nueva primavera. Pensé que explotaría en las otras tres y sé que podré también explotar en esta próxima que me espera.
Quiero sentir esa conexión histórica que nos une a Uruguay, sentir sus problemas, fundirme en sus momentos, beberme el aire uruguayo, escucharles sus cantos y disfrutar de sus tangos apasionados. Con ellos, esos que no llevan prisas, porque ya me enseñó África la lección: “el terreno manda”.
Pero lo que sé que haré es trabajar duro, dejar lo mejor de mí allí, hacer gala del espíritu extremeño que llevo dentro, con el que mi Extremadura me ha vestido, una vasca extremeña. Ese espíritu de gente buena, muy trabajadora, con más de lo que aparenta ser. Los extremeños que pasan del 0 al 10, pero llegando al 10. Voy de la mano de Felcode (Fondo Extremeño Local de Cooperación al Desarrollo), como técnico experto para llevar a cabo actuaciones de cooperación técnica y capacitación en ámbitos locales, en este caso en el noroeste de Uruguay, frontera con Brasil, en un proyecto transfronterizo de cooperación, con una contraparte que es el Congreso de Intendentes. Estoy emocionada, y me alaga hacer este trabajo para Extremadura y Felcode.
Y esto va por ti, siempre. A mi padre que me enseñó a ser.