Si hay algún animal cuyo nombre nos informe sobre su costumbre migratoria es el avefría, conocida en Extremadura con el nombre de aguanieves y en algunos pueblos como aguzanieves. Una ave migratoria que procedente de los territorios del norte de Europa llega a tierras extremeñas con los fríos otoñales, es decir: estamos ante una ave invernante como las grullas, que vienen a nuestras dehesas con el otoño y hacen las delicias de los ornitólogos y amantes de la naturaleza, en una época en la que muchas de nuestras aves han marchado a sus cuarteles de invierno, disminuyendo la alta biodiversidad ornítica de las primaveras y veranos extremeños. Aves invernantes que con la llegada de la primavera abandonan Extremadura para volver a sus norteñas tierras a reproducirse.
Hasta aquí nada anormal, la sorpresa es que este sábado he realizado un recorrido de campo por el entorno de la Vía de la Plata, a unos cinco kilómetros al sur de Cáceres, en la Dehesa del Trasquilón, donde se encuentra una preciosa casa palacio del siglo XVII, que en estos momentos está restaurándose, y que entre otros tesoros tiene en sus caballerizas varios miliarios de la Vía de la Plata, que han sido reutilizados como columnas para sujetar el techo de la nave. Pues bien, en el entorno de la casa se encuentra un embalse que, a pesar de que su nivel es bajo, aún mantiene una cantidad apreciable de agua. En el entorno de ese embalse había una interesante concentración de aves: garzas reales, cigüeñuelas, anátidas, limícolas y lo más sorprendente: dos bandos de aguanieves uno de ellos con más de 50 ejemplares. Evidentemente la mayor parte de las especies citadas son fáciles de ver en Extremadura en esta época, pero encontrar un centenar de aguanieves en pleno mes de agosto y con temperaturas cercanas a los cuarenta grados, resulta sumamente sorprendente. En aquel momento no llevaba cámara y ópticas para poder hacer una buena fotografía pero sí mi pequeña Lumix, suficiente para poder obtener un documento que muestre de forma fehaciente que un ave típicamente invernante se encuentra en un número importante en el entorno de Cáceres, en pleno verano; eso sí concentradas en un lugar donde el pequeño embalse utilizado como abrevadero se convierte, por culpa de la extrema sequía de este año, en un paraíso para las aves.
El aguanieve es una ave inconfundible por su característica cresta de finas plumas, pico muy corto y plumaje iridiscente en la cabeza, garganta, dorso y alas, negras con brillos verdosos metalizados. El vientre, en contraste, es blanco. La hembra presenta cresta más corta y tonos negros de la cabeza menos marcados.
Hice varias fotos de las aguanieves y de uno de los bandos que finalmente se perdió volando sobre los restos de la Mina La Unión, una de las numerosas minas existentes en El Trasquilón de Cáceres, que al comienzo de los años 50 explotaba diversos filones de cuarzo provistos de casiterita. Una mina que se mantuvo en explotación hasta los primeros años de la década de los 70, y en la que llegaron a trabajar hasta 150 obreros. En fin, uno de esos espectáculos extraordinarios que nos brinda el entorno de Cáceres, que, a pesar de su importancia, no consigue destacar ante el fulgor de la vieja ciudad monumental.