Seguramente habrá quien me corrija y piense que he cambiado la preposición al conocido refrán que empleamos cuando queremos decir que algo no volverá a ocurrir hasta pasado bastante tiempo. Pero no, intencionadamente he querido traer la frase para hablar del árbol que nos brinda tan preciados frutos y al que solemos considerar como autóctono de nuestras latitudes, a pesar de proceder de Asia sudoccidental, y ser una especie correspondiente al género Ficus, característico de climas tropicales del viejo y del nuevo mundo, donde se desarrollan impresionantes árboles que podemos ver, a veces, en jardines de aclimatación de nuestro entorno.
Es posible que alguien hubiera pensado que de lo que hablaba en realidad es de la acepción sexual que las palabras higo y brevas tienen en nuestro entorno, y que relacionamos con la forma de los atributos femeninos, el pubis e incluso el útero materno, que nos recuerda a un higo invertido; pero es más, el parecido se acentúa si yo les digo que el higo y la breva no son realmente frutos, sino un saco o almacén que tiene en su interior multitud de frutos procedente de millares de flores contenidas en lo que conocemos como sicono, que no es otra cosa que nuestros higos y brevas.
La higuera es un árbol que produce dos floraciones, no sé si esto son reminiscencias de sus congéneres tropicales, pero lo que sí es cierto, es que después del verano comienza a desarrollar unas pequeñas brevas que permanecen en el árbol durante el invierno, y que madurarán al final de la primavera, produciendo las apreciadas brevas que adornan en este momento las higueras de nuestro entorno. Junto a las brevas, podremos apreciar que existen un buen número de pequeños higos, que estarán maduros a mediados o finales de agosto. Es decir, el periodo que transcurre de brevas a higos es un tiempo corto, mientras que el que discurre entre higos y brevas es un largo tiempo, como muy bien nos cuenta la sabiduría popular.
Sin entrar en mucho detalle comentaré que algunas higueras, llamadas breveras, son una especie llamada bífera o refloreciente, es decir, que producen dos cosechas al año, pero no contaré hoy como se produce la fecundación de sus flores gracias a una pequeña avispa que se introduce en el interior del higo, llegando a perder sus alas, fecundando las flores internas contenidas en el sicono, un magnífico ejemplo de evolución y adaptación de especies; ni hablaré tampoco de las higueras conocidas como cabrahigos o higueras macho, ni de la curiosa coincidencia de que la higuera sea el único ficus de hoja caduca. Será en otro post y esperemos que no sea de higos a brevas.
Por José María Corrales Vázquez