“Boudhanath…Oh Boudhanath!….vuelvo a ti cada noche, en el silencio de mis sueños, en la búsqueda infructuosa de todo aquello que me diste…con la esperanza inmortal de devolverte algún día, uno solo de los pétalos de aquella flor de loto que me entregaste…”
Dia 0 (octubre 2013). Día 180 (abril 2014). A ti llegué desde España llena de preguntas, y solo tu suelo empedrado, lleno de misterios, podía ser el último que pisara antes de volver a casa.
Boudhanat. Katmandú. Nepal. Uno de los lugares sagrados budistas más especiales de Asia, que alberga una de las estupas más importantes del mundo. Se encuentra a tan solo unos 11 kms del centro de Katmandú, y a 15 minutos caminando de Pashupatinath (uno de los más importantes templos hindúes de Shiva en el mundo, a orillas del río Bagmati, donde se celebran cremaciones diarias y celebraciones religiosas hindúes).
Se congregan en la Estupa de Boudha grandes poblaciones de refugiados tibetanos llegados desde China. Se han construido a su alrededor más de 50 Gompas Tibetanos (Monasterios Budistas). Nombrado en 1979 Patrimonio de la humanidad. Alberga los restos de un sabio Kasyapa (venerado por hinduistas y budistas).
Aterricé en el aeropuerto de Katmandú, a principios de Octubre del 2013, después de 1 vuelo de 4 horas y otro de 7 , con una escala en Estambul de 25 horas. Pagué el visado de un día en Turkía (unos 15 euros) y me dediqué a recorrer las mezquitas y a perderme en sus zocos con olor a evocadoras especias. Desde que salí de Badajoz, llevaba unas 40 horas de viaje y sin dormir. Fue el billete más económico que encontré en la agencia, y como iba escasa de recursos y quería estirar la experiencia lo máximo posible, decidí convertir el inconveniente de las 25 horas de escala, en una afortunada manera de ver Estambul gratis.
Era la primera vez que pisaba Asia. Salí al exterior para respirar por primera vez aire nepalí. Sonrisa involuntaria en la cara, fruto de la excitación del comienzo de otra nueva aventura. ¿Qué encontraría esta vez?. Crucé la calle, entre pandillas de monos cabreados o enrabietados por los síntomas de la sarna y comencé a regatear con un grupo de taxistas. Sabía que Boudhanath estaba a unos 5 minutos solo del aeropuerto, así que conseguí que el timo fuera el mínimo posible:
– ¡Hola! ¿Cuánto me cobráis por llevarme a Boudha? ¡Eh, y que no se os caliente la lengua que vivo aquí! Vengo de ver a mi familia en España, ¡así que venga! No os enrrolléis…(en mi spanglish chapurreado, por supuesto.)
El grupo de unos 12 taxistas y comisionistas, se aglutinaron a mi alrededor, riéndose entre ellos y dándome cada uno un precio entre empujones y gritos, pero tenían el mínimo para turistas pactado y lo estaban respetando, porque ninguno bajaba de 500 rupias ( 1 Euro= 123,13 NPR) , y yo sabía, por mis viajes anteriores a otros sitios, que ese mínimo no era el precio local, que siempre hay un “local price” y un “tourist price”. Sabía que nunca me darían el precio real, así que mi objetivo era conseguir el mínimo precio posible para turistas.
– ¡600 rupias! Que Boudha está muy lejos….¡es media hora!- me chillaba el más pequeño, pero con pinta de capitán del barco.
– Jajajaja….de eso nada, amigo. Está a 5 minutos en coche. He hecho muchas veces este trayecto (otra mentira viajera). Si queréis 200 rupias nos vamos, si no, dejadme en paz que voy andando. ¡Ciao!- y continué andando hacia la salida del aeropuerto, rezando por que alguno de ellos me siguiera y aceptara el precio (si no, me iba a salir mal la jugada y tendría que seguir buscando taxi en la misma carretera, porque iba recién llegada, con la mochila cargada hasta los dientes)
Tuve suerte. Uno de ellos me siguió y susurrándome para que los demás no lo oyeran, me dijo:
– 300 rupias… venga amiga, que estás cansada. ¡Este es el precio local! ¡Venga, venga, súbete!
– ¡No! 250 y punto, ¡y no me mareés más! Que tengo ganas de pasear…
– ¡OK!¡ Mala mujer! ¡Súbete! ¡Tu marido me da pena!
Sabía que no lo era, pero estaba reventada y acepté…no iba a gastar toda mi energía negociadora el primer dia….me esperaba tanto aún….
Ya en el taxi experimenté por primera vez la auténtica aventura de Nepal…el tráfico. Ruido ensordecedor de bocinas, motos adelantándote por la derecha y por la izquierda ( e incluso alguna imaginé que iba a saltar por encima de nosotros tipo “coche fantástico”)…mientras los Rickshaws se mezclaban sin miedo entre todo este caos.
Una novedad: las máscarillas. En Nepal en general y en Katmandú en particular, debido al alto índice de contaminación, gran parte de la población lleva mascarillas por la calle, tanto si van andando como si van conduciendo. El humo que sale de los tubos de escape de coches, motos y autobuses es tal que a veces se hace insoportable.
Mi intención era dormir en Boudhanath durante mi estancia en Katmandú ya que intuía sería el lugar perfecto para mí.
Llegamos a la puerta de Boudhanath, pagué el taxi, y me fui directa a la caseta que hay en la entrada para pagar el ticket de acceso de 150 rupias nepalíes. Primera y última vez que pagaría, ya que pasaría los próximos días buscando la manera de colarme, sin saber hasta semanas más tarde, que aquellos que duermen en los Guest House interiores (Casas de Huéspedes, tipo hostal) , o los locales que allí viven no tienen que pagar diariamente el acceso. Gajes de llevar siempre la guía encima y no abrirla nunca…una de mis manías… ya que, como dijo Confucio:
“Me lo contaron y lo olvidé…lo vi y lo entendí…lo hice y lo aprendí”.
Ya atravesado el arco de entrada me encontré de frente con la inmensidad de la estupa, que se levantaba ante mí como guardiana de los muchos secretos que poco a poco me iría desvelando mi vida allí. Arriba, coronada con los “ojos de Buda”, que estés donde estés, siempre te están mirando. Y desde la punta superior de la estupa, cientos de hileras de banderas de oración que cruzan la plaza hasta las construcciones colindantes, siempremás bajas.