El verano es época de libélulas.
Libélulas rojas, verdes, pardas.
Pequeñas libélulas azules.
Vuelan sobre las aguas remansadas y se detienen ante su reflejo.
Se posan sobre algún saliente adoptando posturas imposibles.
Libélulas equilibristas.
Las persigo por el huerto intentando fotografiarlas y, como dice el poema, apenas llegan, desaparecen.
Pero son agradecidas.
Y bellas.
Con sus grandes ojos que te miran fijamente.
Y sus alas transparentes brillando al sol.
“Libélulas verdes y rojas
de alas ligeras y transparentes.
¿Serán flores que vuelan
o estrellas que saltan?
Por favor, deteneos en mi jardín
para hacer sonreír a las flores
que con sus hojas verdes
con aplausos os van a recibir.
¡Ay! Libélulas rojas y verdes.
¿Por qué, apenas llegamos a mi jardín,
desaparecéis?”
Qingyun Huang
Feilong Liang
“Claro de Luna”, Factoría K de libros.