Solamente en dos ocasiones he visto una murmuración de estorninos.
La primera vez regresando a Cáceres desde Salamanca, a la altura de Aldeanueva del Camino.
Fue emocionante, y aunque duró un instante la recuerdo perfectamente.
Las murmuraciones que yo he visto solo agrupaban a menos de un ciento de aves, pero en este vídeo de Carlos de Hita, que lleva años grabando los sonidos de la naturaleza, se demuestra que la murmuración de estorninos es un espectáculo que pocas veces se olvida.
https://www.youtube.com/watch?v=SjNPTdO4XJI&t=10s
Y es que es increíble que estas aves sean capaces de volar juntas sin chocar entre ellas.
La armonía de la murmuración radica, al parecer, en que cada estornino sincroniza su vuelo con los que tiene en su entorno más inmediato, unas siete aves, y realiza los mismos movimientos, de manera que si cada uno imita a los de su alrededor, el total de estorninos, ya sean un ciento o un millar, volarán al unísono, girando continuamente en el aire para despistar a los depredadores, el fin último de este comportamiento gregario, pues nada en la naturaleza, a mi parecer, es azaroso, todo es premeditado cuando se trata de sobrevivir.
La segunda murmuración la observé una mañana soleada desde un aula, un bando pequeño de estorninos volando en dirección a la ciudad antigua, teniendo como fondo la silueta de los montes de Gredos aún desnudos de nieve, tratando de hacer filigranas para despistar a una aguililla calzada que quería darles caza.
En estos días los veo antes del amanecer, desde la misma atalaya, miles de estorninos que se desplazan para buscar el alimento, volar por los cielos y regresar, antes de que oscurezca, a la dormida, también juntos.
Una boda, decimos, o un bautizo si el bando no es tan numeroso.
Eso decimos sin saber que estamos ante uno de los comportamientos más inteligentes de las aves que nublan el cielo.
https://www.youtube.com/watch?v=V4f_1_r80RY