Una vez terminados todos los festivales, nos despedimos, unos días de playa y nos volvimos a despedir hicimos la última cena de despedida antes de poner rumbo a Turquía. Con mucho cariño recordamos las mejores experiencias de nuestros erasmus.
Hablamos de las fiestas en la playa y le di algunos consejos sobre Santorini.
Le recomendé alquilar una moto para visitar las diferentes zonas en las que pudiera bucear. Para darse un buen chapuzón le aconsejé ir a una playa de la que tengo un grato recuerdo y los mejores sitios para ver la puesta de Sol.
Si quería disfrutar de sus fachadas sencillamente perderse por cualquier calle de sus idílicos pueblecitos y hacerse mil fotos en todas las esquinas para recordar la calidez de sus colores.
Antes de despedirnos prometimos volver a a visitar Creta juntos y le aseguré que sería su mejor anfitrión y guía para que no se dejase impresionar por las señales de tráfico. Ya que es un lugar donde pasé unos momentos maravillosos y descubrí lugares indescriptibles cerca de buena gente.
Atenas es una polis que me encanta por sus montañas y colinas en medio de la ciudad. Pues te ofrecen una perspectiva desde la que con un par de cervezas bien frías te permite perderte en las mas dulces ensoñaciones.
Está vez fuimos a Lycabettus para ver dormir a la perla blanca del mediterráneo y descansar el alma en sus azules y blancos calcáreos.
A la frontera con Turquía me llevó una familia de hippies alemanes de descendencia turca. Eran judíos que emigraron al país germano por la guerra. Venían de pasárselo bien en un festival perdido en un bosque y a uno de ellos se le notaba muy mucho que se había metido de todo menos miedo.
Gonzalo sigue sin poder porner fotos aquí.
Se lo sigo actualizando.