Fernando Pizarro se convirtió en junio de 2011 en alcalde de Plasencia. Lleva casi un año y medio dirigiendo la ciudad. En este tiempo han sido muchas las ocasiones en las que el primer edil ha escuchado la notable subida que el paro ha experimentado desde ese junio de 2011. Su nula política de empleo en este tiempo ha sido una constante crítica dentro y fuera del Ayuntamiento. Una crítica personalizada en él pero extensible a todo su equipo de gobierno y una crítica fácil.

El rostro más amargo de esta larga crisis económica, el drama del paro, requiere soluciones urgentes y respuestas rápidas. Pero los políticos no son magos. ¿A cuál de ellos no le encantaría poder cambiar esta trágica situación de un día para otro? Los cien días de plazo que la oposición da al gobierno es irrisorio cuando se trata de asuntos tan serios. Todo nuevo equipo requiere un periodo de acercamiento y conocimiento del enjambre municipal que va más allá de esos cien días sobre todo si para la inmensa mayoría de los concejales de gobierno, como es el caso, es el primer acercamiento a la Administración local.

La crítica a la nula política de empleo sería argumentada y razonable si transcurrido casi un año y  medio la inercia siguiera siendo la única fuerza que mueve cada día el Ayuntamiento. Pero algo comienza a moverse en el PP. Un poco tarde, sí. Pero más vale tarde que nunca.  Las propuestas lanzadas por el concejal de Hacienda, José Antonio Hernández, no serán suficientes para acabar con el drama pero suponen un paso hacia delante, un granito de arena en el camino de la recuperación. Cuando menos, demuestran el trabajo realizado.

El PP propone subir el Impuesto de Actividades Económicas (IAE) y el de plusvalía para incrementar los ingresos por ambos conceptos y destinar los fondos que se consigan con la medida a reducir la tasa de licencia de apertura de nuevos negocios y a crear una línea de subvención que apoye las iniciativas empresariales, porque su apuesta es que sea el sector privado el que genere puestos de trabajo. El primero de los impuestos lo pagan las empresas que tienen una facturación superior al millón de euros y el segundo gravará en especial las operaciones de venta que tengan un fin especulativo. Por el contrario, apenas se tendrá que pagar por las operaciones que supongan transmisiones entre familiares (herencias). Algo de lo que debería tomar buena nota el Ejecutivo de Monago.

Plasencia está igualando de hecho, con esta subida, ambos impuestos a la mayoría de las ciudades extremeñas. La crítica fácil sería en este caso decir que cualquiera podría haber tomado la decisión de subir impuestos, que los políticos siempre recurren a la misma medida para conseguir más dinero. Pero mientras sigan siendo políticos y no magos y, por tanto, carezcan de la varita, el Ayuntamiento no tiene otro camino. Porque el crédito bancario y la venta de patrimonio son hoy vías de financiación en peligro de extinción.

Por eso la crítica que se requiere es la que propone alternativas. La oposición lleva un año pidiendo medidas anticrisis. Ahora las tiene sobre la mesa. O se apoyan o se presentan otras. El drama del paro requiere responsabilidad por parte de todos. Olvidarse de la crítica fácil, de las medias tintas. Por tanto, de la abstención en la votación.