La disolución del PSOE local deja a Plasencia con una oposición bajo mínimos de la mano de dos ediles -Victoria Domínguez (UPEX) y Luis Ranilla (IU)-. Una pésima noticia para la ciudad que, sin embargo, no se notará en exceso posiblemente en el día a día. La realidad es que desgraciadamente para nuestro sistema democrático Fernando Pizarro no ha tenido la oposición de los socialistas desde que se convirtió en alcalde. Porque éstos han estado más centrados en todo momento en sus escaramuzas internas que en su labor municipal. Y en estos momentos el portavoz socialista, Jesús Muñoz, como le ocurriría a cualquiera en su situación, no puede expresar públicamente la posición de su partido respecto a ningún asunto, por nimio que sea, porque no hay partido al que representar.
Pero a pesar de todo, no significa la disolución del PSOE que se abra un camino de rosas para el PP, no más amplio en cualquier caso del que le brinda su mayoría absoluta. Posiblemente, de hecho, el camino se empieza a estrechar. Fernando Pizarro ha tenido desde junio de 2011 y tiene todavía una oposición débil en el Ayuntamiento. Pero está teniendo cada vez una mayor oposición en la calle. Los ciudadanos comienzan a hablar. Muchos a través de peticiones anónimas, como con las que amaneció Plasencia el día de Reyes. Pero algunos se atreven a hacerlo ya con nombres y apellidos. Quizás conscientes del silencio dentro de la Casa Consistorial. Tal vez convencidos de que la espera inmóvil no conduce a nada. Acaso azuzados por la necesidad.
Los comerciantes reclaman plazas de aparcamiento y un plan de choque que mueva el centro; los hosteleros plantean medidas para mejorar sus negocios y con ellos el recinto Intramuros; los constructores claman por licitaciones que permitan a las empresas de la ciudad trabajar; los taxistas han protagonizado por primera vez en una década una gran pitada de protesta y cada vez más ciudadanos exigen al alcalde que defienda a los placentinos y que impida que tengan que pagar dos veces por un mismo concepto, que acabe con el doble canon del agua. Sin olvidar las pequeñas peticiones que muestran que la ciudad sigue viva: limpieza en las calles, arreglo de baches, iluminación en los parques, puesta a punto de los columpios,…
Plasencia reclama acción, respuestas en lugar de silencios administrativos y una política que haga sentir que la ciudad avanza. Con una oposición mermada la ciudadanía tiene que tomar protagonismo y exigir gestión a los dirigentes. Para evitar que duerman en los laureles y que el ‘no hay dinero’ se convierta en una respuesta válida para todo.