Por Tania Agúndez

La apertura de la nueva biblioteca pública del Estado Bartolomé J. Gallardo ha supuesto para los pacenses mucho más que la puesta en marcha de un servicio que había quedado paralizado más tiempo del debido (el  préstamo de materiales llevaba sin funcionar desde mediados del pasado mes de agosto y las instalaciones desde finales de octubre). Ha significado la inauguración de un edificio moderno e integrado con las prestaciones y recursos adaptados a las necesidades de la sociedad actual.

Este hecho implica, además, el estreno de uno de los numerosos servicios que espera recibir el ciudadano a lo largo de este año. Esta biblioteca no es el único inmueble del que estaba pendiente Badajoz.  Los vecinos de la capital pacense llevan reclamando desde hace meses la apertura de otras construcciones como el centro cultural Santa Ana, el Centro Extremeño de Flamenco, el albergue juvenil, el parking de Conquistadores, el Centro de Salud de Suerte de Saavedra y la guardería del complejo hospitalario del Perpetuo Socorro.

Los pacenses no solicitan que haya inauguraciones ostentosas ni visitas de ministros, presidentes, consejeros u otras personalidades a las que casi no se pueden acercar para transmitirles los problemas y preocupaciones de la ciudad. Piden simplemente poder aprovechar y hacer uso de estas nuevas instalaciones, que permanecen sin uso por diferentes motivos.

Ya que algunos de estos cargos tratan de colgarse medallas (estén merecidas o no), no estaría demás que por lo menos procurasen en agilizar los trámites para que estos nuevos edificios entren en funcionamiento con la mayor celeridad posible. Además de una obligación es un compromiso adquirido con la sociedad. Seguro que si lo cumplen no hará falta que los políticos se atribuyan medallas unilateralmente, ya que se las concederán los propios ciudadanos.