ANTONIO GILGADO | En Badajoz hay 36 colegios públicos o concertados que ofertan 1.625 plazas para 1.522 niños de tres años. Con estos datos, lo de la escolarización en la ciudad no debe entrañar muchas dificultades porque hay sitios para todos. Pero no todos los centros son iguales a ojos de los padres, y aquí viene el problema. Los del Casco Antiguo evitan el San Pedro de Alcántara, en el Cerro de Reyes pasa lo mismo con el Jesús Obrero o en la Margen Derecha con el Santa Engracia. La escolarización se ha convertido en un puzzle en el que tienen que casar gustos, preferencias y prejuicios de más de 1.500 padres. De sencillo no tiene nada. La asignación cuesta desvelo a los padres y hay quien hace trampas para meter al niño en el colegio preferido. Pero lo de empadronarse en casa del tío abuelo, hacerse el pobre o el divorciado para sumar los deseados ocho puntos, ya no cuela y los perjudicados pueden contratar a un detective privado. No sería la primera vez que ocurre. Más allá de padres contentos o disconformes, la escolarización pone en evidencia que la educación pública no es la misma en todos los sitios. En un mismo barrio se puede ver como una desgracia o una fortuna. La desigualdad empieza antes que la EGB.