Por Evaristo Fernández de Vega
Tras el grave incidente ocurrido el pasado fin de semana en el centro de menores Vicente Marcelo Nessi, la Dirección General de Política Social y Familia ha querido recordar que los chicos que cumplen medidas judiciales en ese centro «conviven en un entorno educativo y socializador, en ningún caso carcelario».
«Son menores y jóvenes que reciben la formación y educación reglada que les corresponde por su edad y por sus circunstancias personales: juegan al fútbol, al ajedrez, les gusta la música y a algunos también el teatro y la representación. Como cualquier chaval, son capaces de acciones solidarias y de construcción social», se recuerda desde la Junta.
De los logros que se consiguen en ese centro de menores son conscientes los chicos que han logrado rehacer sus vidas. Y también sus familias, verdaderas sufridoras de las conductas delictivas de sus hijos menores de edad.
Pero junto a esas bondades, también hay motivos para la preocupación. Y una de ellas pasa por la ubicación del centro de menores: el Marcelo Nessi se ubica en Los Colorines, la barriada más conflictiva de la Extremadura.
Quienes trabajan allí saben que el intercambio de insultos entre quienes viven en el centro y los que están fuera son constantes; que hay familiares de los internos que hablan con ellos desde el exterior; que no es la primera vez que se producen disparos; y, sobre todo, que el pasado sábado un cartuchazo de escopeta puso en grave peligro a un interno.
Hace ya muchos años, la Junta se planteó construir un nuevo centro más amplio, mejor dotado y sin interferencias vecinales. Pero ese proyecto está aparcado y sin fecha de inicio. Tal vez sea el momento de llevarlo adelante para que los menores puedan disfrutar al fin de un verdadero entorno educativo y socializador.