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Fco. Javier M. Romagueras

Catalana con Jamón

Goyo Benítez, periodista de “Julia en la Onda”: querer a Extremadura y Catalunya y no estar loco

Gregorio “Goyo” Benítez, a sus 42 años recién cumplidos, forma parte, desde hace dos temporadas, del equipo de Julia Otero en Onda Cero. Nacido en Castelldefels (Barcelona), hijo de zarzeños, reconoce lo difícil que, a veces, le resulta que la gente entienda que quiere a dos tierras, como Extremadura y Catalunya, y no está loco.

Licenciado en Ciencias de la Información por la Universidad Autónoma de Barcelona, por lo tanto correligionario mío de estudios, aunque bastante más joven, conozco a Goyo Benítez con motivo de las fiestas patronales de este año 2013, del Hogar Extremeño de Barcelona. Goyo va a ser el presentador del acto en el que voy a tener el honor de pronunciar el pregón.

Con Goyo Benítez (izqda.), tras el pregón en el Hogar Extremeño de Barcelona

Le veo toda la noche sonriente, desenvuelto, buen conversador y dispuesto a establecer puentes entre su tierra natal y la tierra de sus mayores. Y de ahí surge el ofrecimiento para atender a las preguntas de Catalana con jamón.

Su relación con Extremadura viene dada por sus raíces familiares. Sus padres son de La Zarza (hasta 1991 La Zarza de Alange), a pocos kilómetros de Mérida. Emigraron juntos a Cataluña a finales de los años 60 –explica Goyo- y de aquella emigración nació la primera generación de catalanes de la familia, o sea, yo y mis hermanos. A partir de ahí, cada verano estuvimos viajando y pasando los tres meses de vacaciones escolares, hasta prácticamente mi mayoría de edad. Desde entonces intento volver, siempre que las obligaciones me lo permiten. Mis hijos y mi mujer ya han veraneado varias veces en La Zarza y mis padres conservan una casa en propiedad en el pueblo; aparte de que medio pueblo es familia mía (esto ya es una exageración, pero ¿a qué impacta?).

Días de infancia en La Zarza

Parte de los recuerdos más entrañables de su infancia le remiten a La Zarza de finales de los años 70 y primeros de la década de los 80. Cuenta Goyo que siempre se alojaban en la casa de adobe y troncos de madera que su abuela Elvira tenía en la calle Cantarranas. Recuerda cómo los niños de la calle vivían con gran emoción la llegada de “los catalanes” (él y sus hermanos), que les aportaban una cierta dosis de “exotismo”.

Entablé muy buenas amistades en aquel tiempo de infancia y adolescencia –añade- amigos que todavía conservo. Recuerdo cómo vivíamos sin normas que nos recordaran nuestra condición de urbanitas, la rigidez de los horarios saltaba por los aires, disfrutábamos yendo a bañarnos al río Guadiana, organizábamos partidos de fútbol y baloncesto en el campo municipal, jugábamos a cartas (a la cuatrola) y a las carreras de chapas hasta altas horas de la noche en la calle. Con mis primos íbamos a recoger almendras, aceitunas, melones y sandías a las tierras de la familia. Nos acercábamos a ver cómo mi Tío Eulalio y mis primos cuidaban de los cerdos, secaban jamones, hacían chorizo… En invierno, algún año participamos en la matanza del cerdo en casa de mi Tío Sebastián, donde se reunía toda la familia de mi padre (tíos, primos, etc…) para ayudar. Y durante unos meses, incluso estuve recibiendo clases en el colegio público de La Zarza, puesto que vinimos a vivir con mi madre que cuidaba a mi abuela, convaleciente de una enfermedad.

En plena faena

 El progreso de Extremadura

Goyo Benítez cuenta que la sensación que ha tenido a lo largo de su vida, en las visitas a Extremadura, es que siempre se ha sentido muy identificado con sus gentes, sus paisajes y sus costumbres: me he sentido muy cómodo identificando mis raíces familiares aquí y lo he llevado siempre con orgullo, a pesar de la distancia y de los enormes esfuerzos que, a veces, hay que hacer para que algunas personas entiendan que tú quieres a dos tierras, como Cataluña y Extremadura, y no estás loco.

Lo que también he podido comprobar –nos dice- en estos 30 años de visitas a La Zarza es el enorme cambio, el gran progreso, que ha experimentado en estas décadas la región extremeña. Mejores carreteras, mejores infraestructuras, mejoras en las condiciones laborales de mis familiares (a pesar de la lacra del paro…), adecentamiento de servicios básicos (como la educación, la sanidad), etc… En los años 80 Extremadura todavía estaba sumida en una época de atraso y subdesarrollo que afortunadamente, con el paso de los años, ha cambiado radicalmente.

En su perfil de twitter figura la siguiente frase: cateto es quien no sale de su pueblo y quien nunca quiere volver a él.  Le pregunto por esta cuestión y me indica que no se siente para nada cateto porque yo me considero catalán pero muy orgulloso de mis raíces extremeñas. Y me siento muy cómodo viajando, saliendo de mi pueblo catalán para llegar a mi pueblo extremeño y viceversa. Lo contrario me parece una prueba evidente de incultura e ignorancia. No me gustan los catetos, independientemente de la bandera en la que se envuelvan.

La crisis del periodismo

Sobre la situación de crisis que arrastra su profesión, la periodística, opina que su medio, la radio, no es ajeno a ella y que tiene mucho que ver con la situación laboral, cada vez más precaria, de sus profesionales. Comenta que los medios ingresan cada vez menos dinero, las radios privadas cada vez tienen una porción del pastel publicitario más pequeña y eso redunda en el abaratamiento de los costes. Considera Goyo que los profesionales de la comunicación vemos como nuestro trabajo va perdiendo valor y los empresarios lo tienen claro: si el precio de mercado de nuestro “producto” baja, el coste de la mano de obra tiene que descender. Y con la bajada de precio también llega la pérdida de calidad de los contenidos que ofrecemos. Y ahí es donde entramos en el círculo vicioso, porque a la pérdida de calidad de los contenidos el público responde cada vez con menos interés. Y así sucesivamente. Luego está también la competencia de los medios digitales, cibernéticos, frente a los medios de masas tradicionales (radio, prensa escrita y TV). La audiencia se ha fragmentado y eso nos ha hecho más débiles a los que trabajamos en el sector más tradicional.

Hace apenas dos años, la carrera de Goyo Benítez sufrió un cambio drástico: después de estar toda su vida profesional en la SER, desde que se licenció en la universidad, desde hace dos años trabaja en Onda Cero, en Julia en la onda, el programa de Julia Otero. El cambio de trabajo supuso todo un reto para mí –afirma-. Después de trabajar muchos años en espacios de madrugada y con un equipo de trabajo muy definido y cerrado, ahora emitimos de 4 a 7 de la tarde, de lunes a viernes. Es un momento dulce que intento disfrutar a diario, y estoy muy contento de haber dado ese paso, tanto en lo personal como en lo profesional.

Dado el actual momento, resulta obligado finalizar la entrevista preguntándole por cómo cree que están viviendo los extremeños, de aquí y de allí, el proceso que se está desarrollando en Catalunya. Imagino –nos dice- que desde Extremadura se debe estar viviendo con una cierta distancia porque, al fin y al cabo, hay una parte de la opinión pública española que interpreta el debate soberanista de Cataluña como algo ajeno a ellos. Y luego está esa gran comunidad de extremeños de nacimiento que están radicados en Cataluña desde hace muchos años, que se ven en una encrucijada ante la situación actual. La mayoría son personas que conviven con esos dos mundos, con esas dos realidades, con naturalidad. Y ahora quizá teman que eso pueda cambiar para siempre. Muchos de esos emigrantes, o sus familiares directos, intentan romper tópicos, a un lado y a otro de este escenario entre territorios; y cada vez resulta más difícil avanzar en el entendimiento, en los puntos de encuentro y no en lo que nos separa.

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