La semana pasada veíamos la importancia que tiene ese acto altruista y amistoso de “prestar “ nuestra firma a nuestro amigo o familiar para obtener ese préstamo para el coche o para comprarse una televisión nueva. Las obligaciones del avalista son las mismas que las del deudor principal y, en ocasiones, más sangrantes. Por eso, es esencial tener en cuenta que nuestros bienes, patrimonio, nómina e incluso los de nuestros hijos pueden quedar comprometidos de por vida para el pago de ese préstamo. Por ello, tenemos que saber cómo limitar los avales para no arruinarnos
Parece que no es importante, pero deberemos conocer la solvencia económica del avalado. Tener 12 meses de paro asegurado cuando el préstamo es a 36 meses no es una tarjeta de presentación aceptable para comprometer nuestros bienes e ingresos. Ser consciente de la decisión que estamos asumiendo puede ser la salvaguarda de una ruptura en la relación personal o familiar que se va a producir con seguridad en caso de impago por la insolvencia del deudor principal.
Pero tan importante como valorar la solvencia del deudor, es valorar la nuestra. La pregunta es: “ y si éste no paga ¿puedo hacerlo yo?”. Tendremos que tener en cuenta nuestros préstamos, necesidades, obligaciones y posibilidades de gastos extras que podamos tener para embarcarnos en el barco del aval.En defninitiva, tendremos que ver Cómo limitar los avales para no arruinarnos
La solicitud del aval que realiza la entidad bancaria no es obligatoriamente la apertura de la barra libre a los bienes e ingresos del avalista. Y así hemos de comunicárselo tanto al avalado, como a la entidad bancaria.
Si decides dar el paso, tendrás que plantear al que te solicita la firma: “ Pepe, te quiero mucho y te voy a ayudar, pero entenderás que va en ello el futuro de mis hijos”, y a continuación, podrás solicitarle un contra aval o contragarantía. El contra aval se firma ante notario. Incluso dos minutos antes de firmar el préstamo con el banco, puedes pedir que te lo preparen en la notaría.
El contra aval es un compromiso del deudor principal con el avalista por el que, en caso de que se ejecute el aval por parte de la entidad bancaria contra nuestros bienes, nosotros le podamos reclamar el pago de todas las sumas que hayamos tenido que abonar por culpa del incumplimiento producido. Firmando este documento, podremos reclamarle con todas las de la ley todo lo que hayamos tenido que poner para cubrir sus incumplimientos.
Si te pone mala cara o incluso se niega, te aconsejo que “más vale una vez colorado que ciento amarillo” porque estará intentando cubrir una situación de la que no se fía un pelo. Y si él no cree que vaya a poder pagar SU préstamo, ¿cómo te lo vas a creer tú?
La otra posibilidad no excluyente de la anterior, es ponerle límites al aval.
Así, antes de la firma, podremos asumir menores riesgos para nosotros. Por ejemplo, podemos avalar tan solo un porcentaje de la deuda.
Podemos excluir nuestros bienes presentes y futuros otorgando solamente garantía personal.
O hacerlo exclusivamente con alguna de nuestros bienes con una garantía real, por ejemplo, con una hipoteca en la parcela, o la vivienda de la playa.
O tener en cuenta que el Banco también establece sistemas de equilibrio de tipos en caso de no tener perfectamente garantizada la operación, por lo que pudiera otorgar el mismo préstamo con tipos más altos en caso de no estar perfectamente garantizado. En este caso, podemos asumir un compromiso puramente “amistoso-personal” para que, en caso de que no llegue el deudor principal por ser cuotas más altas, ya, si eso le echamos una mano.
Avalar a alguien es un acto de asunción de riesgos ajenos sobre los que no tenemos control.
Si es un Banco, y la morosidad la tienen en la actualidad entorno a un 13%, quien eres tú para, sin medios de ningún tipo ni bola de cristal, saber que tu amigo Juan dentro de cinco años va a poder seguir pagando el préstamo del coche que se ha comprado, y que tú no te has atrevido a adquirir.
Aquí te he dado varias ideas para limitar o eliminar el riesgo de avalar. Si te va a dar vergüenza plantearlas, háblalo primero con tu pareja porque más vale una bronca en casa a tiempo, y un “colorado antes que cien amarillos” con tu amigo, que un desastre económico familiar que comprometa tu estabilidad. Y lo que es más importante, la de los tuyos.Lo importante es saber Cómo limitar los avales para no arruinarnos que como siempre decimos, lo que no son cuentas, son cuentos.