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Paco Vadillo

El Peristilo del Teatro Romano

Vulcano no resiste a la quema

Los Hilos de Vulcano, del Festival de Mérida. /

Al público le gustó. Pero el montaje complejo que ha creado Marta Torres se pierde en un “totum revolutum” de elementos, algunos inconexos, que provocan que el espectáculo no reciba carcajadas constantes y la sorpresa del público. Además, la historia se narra a saltos, se evidencia que la directora ha “metido la tijera” al llevar su montaje a Mérida, puesto que los intérpretes pasan de odiarse a quererse en menos de treinta segundos.

Los Hilos de Vulcano, del Festival de Mérida.

Comencemos por el principio. Toom Pak es un reconocido grupo de música que a través de cualquier elemento es capaz de producir sonidos sorprendentes. En ‘Los Hilos de Vulcano’ lo consiguen con cadenas, bidones, guantes, martillos…Todos los elementos que puedes encontrar en una fragua. Bien compuesta la escenografía central, y repito, central, porque el montaje se olvida del Teatro Romano. Si en lugar de columnas hubiera un telón de fondo, el espectáculo sería el mismo. 

Toom Pak es el responsable de las cortinillas de transición. Dando paso de escena a escena. Moviendo los elementos escenográficos, pero aportando poco a la trama. Tras verlos en acción te entran unas ganas irremediables de querer verlos, pero con un espectáculo propio…Sus ‘cortinillas’, a pesar que el público aplaudió cada una de ellas, no consiguen sorprender y entusiasmar. “Vengo al teatro a emocionarme”, así de contundente se mostraba una periodista extremeña tras el estreno de ‘Los Hilos de Vulcano‘, “pero este montaje no me ha emocionado”, y así de taxativa remataba su reflexión.

No emociona porque no consigue la carcajada continua, incluso vemos a una Verónica Forqué, que a pesar de sus dotes interpretativas, no es capaz de acaparar la atención del montaje. Atención que se lleva un espectacular Fele Martínez, quien soporta el peso dramático de la trama y sin duda, su interpretación está muy por encima del resto de sus compañeros. Vulcano, Fele, hace creíble cada una de sus declamaciones. Y eso, en comedia y en tragedia, emociona. El resto…Pues correctos.

Quien no arriesga no gana. Y tanto la dirección del Festival como Marta Torres se han arriesgado en un montaje complejo, que gustó al público asistente, pero que se queda a medias. Que no provoca carcajadas constantes, más allá del trabajo de Javier Mora, en la piel del dios Marte. El espectáculo delega, en la mayor parte de sus escenas, la carga cómica en Mora y Pozzi (Un histriónico dios Sol), y esto provoca que de la sorpresa se pase al tedio en muchas partes del montaje.

Disfrutar de un texto de estreno, nuevo, es lo más llamativo de la función. Aunque el discurso narrativo adolece de coherencia, sobre todo al final, cuando en cinco minutos resuelven la trama y la funcionalidad de los famosos hilos de Vulcano. No nos sacian, porque la resolución del montaje es precipitada.

Otro de los atractivos del espectáculo es ver a la gran Carmen París cantar en directo. Su papel de coro griego, narrando y contextualizando la situación, se queda sólo en su bella voz. El montaje sin ella hubiera conseguido los mismos resultados. Cuesta digerir verla cantar junto a la música de Toom Pak, pero quizás es ese elemento el que lo dota de originalidad y riesgo.

Está claro que el montaje lleva al debate, no por su contenido, ni por la carga filosófica del texto, basado en la “gestión” de las infidelidades dentro del matrimonio y cargado de tópicos matrimoniales que gustan al público, sino por la idoneidad o no, de ciertos elementos narrativos. Esto es el teatro, así son las artes, que genera debate, y que nos lleva a descubrir nuevas fórmulas narrativas.

El espectáculo contará con el apoyo del público, deseoso de comedia en Mérida, y con lleno casi asegurado durante todo el fin de semana.

 

 

Más que ver una obra de teatro. Mucho más que descubrir las voces de la escena española. Más allá de intentar comprender un mito en el libreto del director de turno...El Festival de Mérida puede ser una experiencia sensorial sencilla de vivir, compleja de entender, pero increíble para enamorarte de ella. Por ello, detrás de la escena, allá donde está el peristilo, donde la Xirgu mira con ojos dramáticos suceden cosas apasionantes. Encuentros imposibles, datos que pasan desapercibidos, recomendaciones para vivir el festival más allá de las caveas. Bienvenidos al entresijo de bambalinas ficticias del Teatro Romano de Mérida

Sobre el autor

@pacovadillo - Más que ver una obra de teatro. Mucho más que descubrir las voces de la escena española. Más allá de intentar comprender un mito en el libreto del director de turno...El Festival de Mérida puede ser una experiencia sensorial sencilla de vivir, compleja de entender, pero increíble para enamorarte de ella. Por ello, detrás de la escena, allá donde está el peristilo, donde la Xirgu mira con ojos dramáticos suceden cosas apasionantes. Encuentros imposibles, datos que pasan desapercibidos, recomendaciones para vivir el festival más allá de las caveas. Bienvenidos al entresijo de bambalinas ficticias del Teatro Romano de Mérida


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