Uno no ha alcanzado todavía esa edad en la que la comida ocupa el lugar del sexo en la vida, ni se aproxima a la situación que bordea Oscar Wilde: «Hago ejercicio a menudo. Mira, precisamente ayer tomé el desayuno en la cama». Pero tampoco estoy para muchos excesos ni para hacerle ascos a los conservantes.

Me acabo de enterar de que la Sociedad Española de Hipertensión-Liga Española para la Lucha contra la Hipertensión Arterial va a realizar un estudio pionero, con más de 4.000 pacientes, para demostrar que unos nuevos sistemas de monitorización de la presión arterial mejoran la predicción de complicaciones cardiovasculares. Tengo que confesar que he leído esa información ‘por encima’ aún a sabiendas de que la hipertensión arterial y sus consecuencias constituyen la primera causa de mortalidad en España y que uno de cada tres adultos padecemos hipertensión arterial.

La noticia me parecía ‘más de lo mismo’ hasta que he llegado a un epígrafe inquietante: «Los hombres hipertensos tienen el doble de riesgo de sufrir disfunción eréctil». Amigo mío, eso sí que no.

A partir de ese punto me enfrasqué en la lectura de la nota de prensa con la misma fruición que un gourmet se regodea en la carta del restaurante. Para por si acaso.

Al final comprobé que tampoco es para tanto. Temeroso de que el riesgo potencial asociado a la hipertensión me igualara con el duque Henri D’Aumale: («Cuando era joven yo acostumbraba a tener cuatro miembros flexibles y uno rígido. Ahora tengo cuatro rígidos y uno demasiado flexible»), leí el informe médico con la misma atención que un perdido interpreta el mapa de un laberinto y casi todos mis temores se esfumaron. Nadie me quitará la carne, el pescado, las verduras, la fruta, las legumbres o los helados. Ni tan siquiera el vino con moderación. En realidad, para llevar una vida cardiosaludable, lo que debo atenerme es a una dieta sana, evitar el estrés, el tabaco, hacer ejercicio regularmente, controlar el sobrepeso y el riesgo vascular con fármacos adecuados. ¡Ah!, sólo era eso.

Sucede que ahora me devano los sesos para ver cómo puedo compatibilizar comida, salud y sexo sin que me suba en exceso la tensión. Vaya plan.