El felpudo maldito | ENRIQUE FALCÓ - Blogs hoy.es >

Blogs

Enrique Falcó

ENRIQUE FALCÓ

El felpudo maldito

 

Enrique Falcó. Asombrado observador

Donde quiera que esté... mi felpudo es mío. El felpudo maldito para quien me lo robó.

Donde quiera que esté... mi felpudo es mío. El felpudo maldito para quien me lo robó.

 

     El menda es consciente (lo sufre en sus amplias hechuras) del delicado momento económico en que nos encontramos, pero muy especialmente del grado de cutrez de la “pípol”. No hay más que confiar en el raciocinio de la peña y en su sentido común, (el menos común de los sentidos) para que la realidad una vez más se intercale con la más friki de las ficciones y nos golpee en la cara con toda contundencia.

 

 Déjenme que les haga partícipe de una historia espeluznante, tan real como la vida misma, digna de pertenecer a la filmografía de Pedro Almodóvar e incluso a las terroríficas películas del maestro del suspense Alfred Hitchcock. Al igual que mi querido “Manolito Gafotas” comenzaré esta historia por el principio de los tiempos.

 

Cuando mi novia y yo nos emancipamos, o mejor dicho, le echamos redaños al asunto y nos atrevimos a tan suicida aventura, año 2007, a mi hermanito Gonzalo le hizo gracia regalarnos uno de aquellos felpudos que acababan de salir a la venta del Ikea, ya saben, los de “Bienvenido a la República Independiente de mi casa“. Era realmente cuco, muy mono, y le hacía honor a nuestro primer mini apartamento, en donde prácticamente todo era del famoso monstruo sueco del hogar. Y así, aquel simpático felpudo nos acompañó y dio la bienvenida, a nosotros, a nuestros familiares y amigos, en aquella casa y en las sucesivas hasta que llegó la definitiva.

 

Felpudo maldito es el título de una divertidísima comedia romántica protagonizada por Victoria Abril que les recomiendo visionar.

Felpudo maldito es el título de una divertidísima comedia romántica protagonizada por Victoria Abril que les recomiendo visionar.

     Dos años luciendo en la puerta de nuestro nuevo hogar, ya saben, siempre al oeste, y sin embargo el jueves por la mañana mi novia lo echó de menos antes de irse a trabajar: “Nos han robado el felpudo” me anunció alucinada. Yo no me lo podía creer. Un felpudo que iba para 6 años y había pasado 3 mudanzas. ¡Que asco por Dios! Hasta a mi me daba algo de reparo posar mis manos sobre él para colocarlo de nuevo cada vez que me lo encontraba enrollado en la puerta, señal inequívoca de que había pasado por allí el servicio de limpieza de nuestra comunidad.

 

Recuerdo que cada vez que nos disponíamos a pasar unos días fuera de casa, mi novia lo guardaba en la terraza para que no nos lo robaran. Les confieso que yo me reía abiertamente: “¿Pero quien va a querer un felpudo que no es suyo?” Le inquiría con guasa “¿Cómo va a llevarse alguien nuestra propia mierda a su casa?”.

 

Debido a lo esperpéntico de la situación se me pasó por la cabeza que igual Antonio Recio, el famoso pescadero de la desternillante “La que se avecina“, ya saben, mayorista, no limpio pescado, se había mudado a la comunidad y me había confiscado el felpudo. Las risas imaginarias tornaron a preocupación, no fuera a ser que también se hubiera sumado a la comunidad Amador Rivas, “el capitán Salami”, en pos de echarle un “pinchito” a mi novia, o peor aun, Sergio Arias, el famoso “Doctor Ventura”, más conocido como  “el copulador del ático”.

 

 

Quien suscribe no podía creerlo, por lo cutre del asunto. Que te roben dinero o algo de valor puede llegar a ser incluso entendible, ahora bien, que te roben un felpudo es para preocuparse ante el panorama. La gente es cutre hasta para robar.

 

Amador Rivas, el capitán Salami, dispuesto a echar pinchitos a diestra y siniestra... ¡merengue merengue!

Amador Rivas, el capitán Salami, dispuesto a echar pinchitos a diestra y siniestra... ¡merengue merengue!

Pero bromas aparte, la chusma tiene las manos muy largas y la vergüenza muy corta. En este país somos especialmente amigos de lo ajeno, y gustamos mucho de devolver con la misma moneda. Es decir, si a mi me roban algo yo se lo robo a otro y que se joda. Maricón el último.

 

Pues que quieren que les diga, mis queridos y desocupados lectores, que no pierdan de vista su felpudo. Hasta ese extremo hemos llegado. Por las redes sociales me enviaron mensajes de solidaridad contándome los hurtos sufridos por mis amigos virtuales, cada cual más cutre y espeluznante (cubos de basura, escobas, macetas y plantas, limpiaparabrisas del coche, ropa interior del tendedero…).

 

Pero les aseguro que aunque no pondré la otra mejilla no será el menda quien pague con la misma moneda. Ya lo decía GhandiOjo por ojo y el mundo se quedará ciego… y sin felpudos”. Mis vecinos pueden dormir tranquilos. Me habrán arrebatado el felpudo, pero jamás podrán quitarme la libertad… la libertad de ciscarme en sus muelas por chorizos.

 

Cada día, al tornar del curro, el umbral de mi puerta se ofrece más desamparado que de costumbre, y no sé por qué pero se me antojo menos acogedor. Ya sé que es solo un felpudo asqueroso, pero ¿por qué me lo tiene que robar si es mío? Ahora comprendo a Manolo Escobar.

 

¿Quién habrá sido el Recio de pacotilla que me ha robado el felpudo?

¿Quién habrá sido el Recio de pacotilla que me ha robado el felpudo?

Ahora es a ti a quien hablo. Sí, a ti, mangante de pacotilla, que seguro que encima te estás partiendo de la risa. Aparte de toda la mierda de nuestras suelas y la de nuestros amigos y familiares, te has llevado lo peor de nosotros. Algo que ni siquiera queremos dentro de nuestro propio hogar. ¿Por qué te crees que lo colocamos en la puerta imbécil?

 

Si el felpudo hubiera sido  del Emir Mohammed Ben Kalish seguro que habría hecho empalar al culpable.

Si el felpudo hubiera sido del Emir Mohammed Ben Kalish seguro que habría hecho empalar al culpable.

El Emir Mohammed Ben Kalish, amigo de mi querido Tintín, insiste en que los bienes ajenos no aprovechan jamás, algo con lo que Milú no puede estar más de acuerdo. Todo eso va a volverse contra ti y acabará contigo. No te has llevado un simple felpudo. Te has llevado también nuestro deprecio y con él la peor de todas las maldiciones. Recuérdalo cada vez que lo mires en la puerta de tu casa y él esté ahí, riéndose de tus desgracias. Ya no es el felpudo de los Falcó. Lo has convertido en el felpudo maldito. Tus desgracias no han hecho más que empezar.

Publicado en Diario HOY el 02/12/2012

Don de LOCH LOMOND

Sobre el autor


diciembre 2012
MTWTFSS
     12
3456789
10111213141516
17181920212223
24252627282930
31