Hoy en día existe mucho “tikismikis” suelto con el tema de la comida. En serio. ¿Se pueden creer que haya gente a la que no le gusten los caracoles? ¡Asco! me dicen algunos que les da. Que el solo hecho de pensar que se van a comer un caracol les produce ganas de vomitar. Pues ellos se lo pierden. Será porque como yo siempre los he visto comer en mi casa desde chico me parece lo más normal del mundo. Los bígaros también me privan. Y sobre todo las ancas de rana. Pocas cosas hay tan exquisitas y deliciosas que a la vez le dé pavor a tanta gente.

¿Cómo puede haber gente a la que no le gusten las ancas de rana? Parece que me estoy viendo, de más pequeño, en Jerez de los Caballeros, el pueblo de mi madre, comiendo ancas de rana en La Ermita, junto al Kiosco de Valentina. ¡Que bien las preparaban!

A mi me parece muy bien que existan personas a la que no le gusten determinadas comidas, porque a mí, personalmente, hay algunas que no las aguanto. Quizás otras me gusten más o menos, pero puedo afirmar categóricamente que si no me gustan es porque las he probado primero. Ocurre con cierto tipo de manjares, como los anteriormente nombrados, que la gente los desprecia simplemente por lo que son, sin haberse tomado la molestia de probarlos primero. Mejor para mí, a más nos toca. Dicho esto… ¿Quien me puede recomendar un buen sitio en Badajoz para degustar unas buenas ancas de rana? O mejor aún ¿Quién me invita? A mi me encanta que me inviten a comer. Me dejo invitar con una facilidad pasmosa. Pero bueno, no se asusten, que el LOCH LOMOND de postre lo pago yo.