Critíquenme. No se preocupen. Háganlo sin miedo. Abiertamente y con toda confianza. Yo encajo las críticas con una deportividad envidiable y una parsimonia y gracia demoledora. Llámenme niñato, engreído, chulo, presumido, gordaco, prepotente… lo que se les ocurra. Digan de mi menda lerenda que escribo fatal, que soy un enchufado y que no cuento más que “memeces” y tonterías en mis tribunas de los domingos o a diario en mi Blog. De verdad, no me importa. Me atrevería hasta a decir en plan de broma que incluso me pone cachondo, ¿Por qué no? Qué se le va a hacer, cosas del morbo, que no tienen sentido ni explicación alguna. Por supuesto, que como a todo hijo de vecino hay cosas que pueden dolerme más que otras, pero también es cierto que me encanta leer todos los comentarios que dejan en mis artículos, o los emails que me mandan ustedes (los leo todos, y los que me escriben también podrán certificar que contesto a todos con sinceridad y humildad) siempre acompañado de un copazo de LOCH LOMOND para paliar el mal trago. (También los hay, y muchos, muy bonitos y amistosos, no se vayan a pensar)
¿Pero saben un secreto? Hay veces que uno aprende y mucho de las críticas, y no sólo de las constructivas, pues estas quizás se agradecen sobremanera, sino también de las destructivas. No deja de haber algo de razón en muchas de ellas. A mi, ya les digo no hay nada que más me guste que una crítica desproporcionada y a saco. Sobre todo en la edición digital de este mismo diario, donde entre los agradables comentarios de amigos, conocidos y afines lectores que me felicitan por mis artículos, te encuentras de vez en cuando con alguien que en vez de castigarte con su indiferencia, bien por aburrimiento o quizás por mala leche, te dedica “cariñosos” comentarios al estilo “vaya montón de chorradas” “está claro que este tío tiene un problema mental” “¿pero este que se cree?” “¿Me vas a decir tu si yo le tengo que hacer o no un regalo por el día del padre a mi viejo? Si tu no quieres al tuyo es tu problema” “esto en vez de un artículo parece un diario, vaya morro” “¿pero este se cree Alfonso Ussía escribiendo el tratado de las buenas maneras o que?” “¿Quien demonios es este tío para darme a mi consejos?” “Menudo Friki” etc. Lo dicho, música de Mozart para mis oídos. Para empezar por la sencilla razón de que para criticarme de esa manera primero han de leerme obligatoriamente, y ahí estarán todos de acuerdo conmigo en que esto es algo tan lógico como innegable. Y segundo, porque me hacen sentirme con algo de superioridad sobre ellos, ya que la mayoría de las veces demuestran no haber entendido nada de lo que he querido decir, casi siempre medio en serio medio en broma. De todas formas, amparados por el anonimato, los insultos o críticas carecen de valor alguno.
Existen personas muy susceptibles que encima no detectan la ironía a
Háganme caso amigos (van a tener razón mis detractores, le estoy cogiendo gustillo a eso de dar consejos) y no se enfaden ante las críticas, todo lo contrario, escúchenlas, aprovechen todo lo que les pueda ofrecer para aprender de ellas y utilícenlas para su uso personal. Es una gran verdad aquella de que desgraciadamente no podemos gustarle a todo elmundo, y siempre habrá alguien en contra de nosotros. En cuanto a sus opinione exprésenlas sin miedo, pero con argumentos y de manera seria. Las opiniones también pueden cambiarse, y las críticas pueden ayudar a darnos cuenta de que hay cosas que deberíamos de eliminar quizás, o por el contrario descubrirnos que efectivamente no las debemos modificar bajo ningún concepto. Sean críticos ustedes también, pero no de la manera que les hablaba anteriormente, críticos con fundamento, argumentando siempre el por qué no están de acuerdo con determinadas cosas.
Por tanto no tengan miedo de criticarme, pero ya saben, intenten siempre que sea dentro de los límites del respeto y con toda la buena educación del mundo de la que se pueda disponer para evidenciar que algo no nos gusta, pero también les anuncio, que a una palmadita en el hombro, o alguna palabra bonita de ánimo de vez en cuando tampoco le haré ningún asco.