
El director es siempre el máximo responsable del resultado final de una película, para bien o para mal.
Siempre me gustó ver la Gala de los Goya. No miento. De más jóvenes, cuando la retransmisión solía ser un sábado por la noche, a mi novia y a mí nos gustaba ir a verla a casa de la novia (hoy ya mujer y madre de su preciosa hija) de mi amigo Javi, ya saben, íntimo mío y de la gula, como quien suscribe, y aprovechando ésta amistad, la de la gula, nos metíamos para el cuerpo unas cenas de escándalo acompañadas por abundante vino y algún que otro LOCH LOMOND para culminar el festín. Quizás por eso no se nos hacía tan larga y aburrida como a muchos.
La del domingo pasado no fue de las peores, para qué nos vamos a engañar. Mi admirado Carlos Areces, quien por cierto, fue ninguneado en la pasada edición al no recibir una nominación por su soberbio trabajo en Balada triste de trompeta de Alex de la Iglesia, estuvo de lo más divertido, recordando que parece predestinado a enseñar sus posaderas en cada película en que participa. Después estuvo lo de Santiago Segura, que además de echar en cara que su Torrente 4 pasara desapercibido, dijo dos o tres verdades como templos. Lo de cómo se elige al mejor actor estuvo gracioso la verdad, y además acertó, pero lo mejor fue lo de que casi siempre que un artista internacional es nominado, y encima se molesta en acudir la gala, luego nunca se lleva el Goya. Así pasó por ejemplo con Nicole Kidman o con el extraordinario Viggo Mortensen, que ha puesto cara y voz en mi cabeza al Capitán Alatriste para siempre.
Eva H. no me cae especialmente simpática, no sé si serán esos enormes ojos que me ponen nervioso, pero sin embargó me agradó su explicación de las diferencias que había entre el Goya al mejor director y el concedido a la mejor película. Uno se lo dan a quien pone el arte…y el otro a quien pone la pasta. La verdad es que en una película el director es primordial, imprescindible, y sea cual sea el reparto, el guion, el vestuario y todo lo demás, la película no será sino resultado final de su trabajo. Una película será siempre del director, por mucho que el productor sea el que elija a éste en muchas ocasiones. En esta ocasión así fue, y Enrique Urbizu se llevó el premio al Mejor director poco antes de que concedieran el Goya a su No habrá paz para los malvados. El premio a mejor película debería llevar anexo indivisiblemente también el de mejor director. Por eso mismo creo que en todos estos premios, ya sean los Goyas, los Oscars o los Globos de Oro por poner un ejemplo, cuando otorgan el premio a mejor película a una cinta en la que el director no ha sido galardonado, se produce la peor de las contradicciones amén de un despropósito tan frívolo como cruel. Las películas son del director. Esta es mi opinión…y yo la comparto.