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Enrique Falcó

ENRIQUE FALCÓ

Naufragios

 

Enrique Falcó. Internauta hundido

 

No empieza bien este 2012, del que me parece nos va a quitar más de lo que va a darnos…por el mismísimo. “Se acercan malos tiempos” profetizan políticos, banqueros, empresarios, trabajadores…Yo aún diría más mi querido Hernández “Se aproximan peores tiempos”.  Tiempos de naufragios, en todos los aspectos y sentidos.

Perdida la nariz de payaso no queda otra que pintarse la sonrisa, y es que ésta se ha esfumado del día a día, sin tramitación de baja de por medio, sin pedir permiso ni dar explicaciones por aquello de que los hechos están sobradamente justificados. Y es que nunca las desgracias vienen solas, y para colmo de males atacando por diferentes flancos, hasta el punto que uno ya no sabe por donde le van a llover las hostias cuando se produzca el  irremediable abordaje con el consecuente naufragio. “¡Las mujeres y los niños primero!” – Gritaría cualquier capitán de barco que se precie. – “Después de mí” – apostillaría el tristemente célebre Francisco Schetinno, quien se ha ganado a pulso un hueco en el reino del deshonor por pretender salvar su vida antes que la de miles de personas, como era su obligación y deber. Aunque como bien señaló soberbiamente mi amigo Juan Domingo en su último “Gratis Total” va a ser una vida que le va a pesar, seguramente, más que la muerte. Si su homólogo y tocayo, don Francisco de Haddock, tatarabuelo de Archibaldo, levantara la cabeza, le haría tragarse crudo el Cetro de Ottokar al grito de “Pirata de Carnaval” y “Marinero de agua dulce”, o peor aún, le mandaría una temporadita al palacio del todopoderoso Emir Ben Kalish Ezab, por aquello de lo que le gusta al padre del príncipe Abdallah un empalamiento, o asar a fuego lento, o arrancarte los pelos de la barba uno a uno y hacértelos comer con tomate.

Tras la espantosa notica del naufragio del Costa Concordia que ha coleado toda la semana y que nos ha hecho viajar amargamente en el tiempo a la terrible catástrofe del Titanic, un nuevo naufragio, esta vez digital, inundó el jueves noche las redes sociales y todo Internet, encendiendo alarmas dignas de una inminente Tercera Guerra Mundial. El cierre de Megaupload ha sido realmente el primer golpe serio para todos aquellos que defendemos que Internet significa un acceso libre a la cultura y al entretenimiento y que sigue siendo el único medio realmente libre que existe. Es posible que los directivos de la más famosa página de almacenamiento de archivos hayan ganado millones de euros, y no será quien suscribe el que les reproche nada, pues a cambio nos han proporcionado infinita felicidad a millones de personas, y encima gratis, o casi gratis (quien pagaba era porque quería más velocidad en las descargas) y todo por el pequeño precio (alrededor de 500 millones de dólares) que ha dejado de ingresar la industria cinematográfica (que me río yo de la crisis del cine con los sueldos de las estrellitas de turno) o la musical. Si es cierto que Megaupload  permitió o alentó el almacenamiento de ficheros con copyright ajeno incumpliendo la Ley, que paguen la multa o las indemnizaciones correspondientes, pero no creo que Kim Schmitz, por muy rico, extravagante y estrafalario que sea, ni el resto de sus colegas deban sufrir purga carcelaria alguna. Después de todo no han matado a nadie. Toda la comunidad de Internet les apoya, y tan firme ha sido la protesta del mundo virtual que en Estados unidos, la votación de la ley SOPA, que nada tiene que ver con mi amiga Mafalda (nunca compartiremos su hermano Guille y yo su aversión a tan exquisito brebaje) algo así como la Ley Sinde española, ha tenido que ser aplazada. Todo tiene un pase. Que nos exploten en el trabajo, que nos suban los impuestos, que nos congelen o reduzcan el salario, pero que no nos toquen Internet. Muchos, como el fundador de la Wikipedia insisten en que todo este tinglado es cosa de la Industria cinematográfica, que son las que financian las campañas de los políticos en Estados Unidos, y han presionado a estos para poner el asunto al rojo vivo.

 Es quizás la primera vez que los consumidores de Internet nos hemos visto amenazados de verdad. Personalmente, desde el jueves por la noche, Internet está empezando a costarme muchísimo dinero, dinero que no estoy amortizando y que no pienso desperdiciar. Mi menda se pregunta que ocurrirá cuando tantos millones de usuarios comuniquemos a nuestros respectivos proveedores de Internet que ya no nos es rentable la fibra óptica, ni los 50 megas de ADSL y que no necesitamos sus servicios. Para gestionar el correo electrónico y las redes sociales nos basta con cualquier WIFI público, veremos si no son éstas, las empresas proveedoras, quienes presionan a los políticos y mantienen un pulso para ver quien realmente manda. Se lo digo yo. Quien manda es Internet. Nos ha hecho la vida más fácil, amena, cómoda, práctica, entretenida y divertida, y a un precio realmente asequible para todos. Ésta ha sido la primera acción seria, el primer ataque para controlar Internet, para controlarnos a los internautas, para controlarnos a todos. Pero les aseguro que ya es demasiado tarde para privarnos de una libertad que, además de gustarnos, nos proporciona una capacidad casi ilimitada en pos de su defensa. Y ya que hablamos de naufragios, citemos para acabar el álbum del mismo nombre que Mikel Erentxun editó en el 92, y que contenía una estupenda versión de “The Smiths” con una letra magistral de Morrissey. “Esta luz nunca se apagará”.

Publicado en Diario HOY el 22/01/2012

Don de LOCH LOMOND

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