Parece que fue ayer cuando tras llegar del instituto, me enteré por el periódico que un muchacho que apenas tendría 17 años, uno más que yo, había sido convocado para un partido con el primer equipo del Real Madrid. La semana siguiente, ese muchacho llamado Raúl, volvió a jugar de titular en el Bernabéu, contra el Atlético de Madrid, club en el que Raúl militaba hasta que al desaparecido Jesús Gil se le ocurriera la brillante idea de cargarse la cantera rojiblanca. El destino, no carente de cierta ironía, le castigó con creces por aquella desacertada acción.
Recuerdo ese partido como si fuera ayer. Lo vimos mis amigos y yo como tantos otros, en la habitación de mi íntimo Adolfo portillo Campini, la misma donde vimos ganar años después la Séptima y la Octava Copa de Europa. En la Novena ya éramos muy mayores y muy grandotes para caber en su habitación y tuvimos que buscarnos otro sitio. Adolfo y yo comentábamos en los prolegómenos del partido la suerte de aquel muchacho, Raúl, y la felicidad que le embargaría por poder jugar con aquellos campeones que entonces formaban la plantilla madridista. Cuando marcó el gol nos alegramos mucho por él, y le envidíabamos por cumplir el sueño de cualquier niño. Sin darnos cuenta él ya se había convertido en nuestro ídolo, y no imagínabamos por entonces todo lo que íbamos a disfrutar gracias a él.
Parece que fue ayer pero ha llegado el día. Se nos va el gran capitán. Raúl González Blanco. Raúl, al que sobran los apellidos para ser conocido en todo el mundo por su nombre de pila, nos ha dicho hasta pronto tras 16 años dándolo todo por el Real madrid. Es un futbolista éste que nunca pasó despercibido para nadie. O lo amabas o lo odiabas, y Raúl siempre ha tenido muchos detractores. Éstos últimos, en su mayoría, simplemente se dejan guiar por el fanatismo más absurdo y la fiebre a sus colores y no son capaces de reconocer la gran calidad de un futbolista rival, que necesariamente tendría que convencer cuanto menos a cualquier aficionado de verdad al mundo del fútbol. ¡Mil millones de mil millones de naufragios!
Jorge Valdano, que como buen argentino domina nuestro idioma y hace un uso excelente del español, nos ha regalado frases formidables y preciosas desde que aterrizó en nuestro país. Mi preferida es posible que no sea la más bonita, ni la más poética, pero quizás la más cierta que ha pronunciado en su vida: “Raúl no es un 10 en nada pero sí un 7 en todo” Afirmó en una ocasión. El 7. No podía ser otro número.
Los que amamos el fútbol no olvidaremos nunca a Raúl, ni por supuesto sus goles. Brindo desde este humilde blog con el más sabroso de los LOCH LOMOND por Raúl.
El 7 del madrid y el 7 de España, ha dejado de ser un 7 en todo, porque para los que consideramos que ha sido uno de los grandes jugadores de la historia, no podemos otorgarle menos de un 10 como campeón en nuestros corazones.