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Enrique Falcó

ENRIQUE FALCÓ

Renovarse y convivir

 

Enrique Falcó. Snob cauto

No teman mis queridos y desocupados lectores, pues no hallarán indicio en mi Tribuna de hoy de propaganda política alguna. No voy a hablarles de urnas, de la importancia de votar, de derecha ni izquierda, ni siquiera de centro, ni de cambios, ni de estabilidad, ni de paro por supuesto, cuanto menos de economía o de la maldita prima de riesgo, a sabiendas de que quien suscribe es más de la prima Vera, aquella famosa primita de los hermanos Zipi y Zape, quienes tan ingenuamente aguardaban su visita ilusionados con afán de agradarla en una de las más antológicas viñetas del maestro Escobar. ¡Libros! De nuevo los maravillosos libros es el tema que nos ocupa, pues La Casa del Libro se pone las pilas, y muy acertadamente. Renovarse o morir cita la conocida máxima, y eso hoy en día pasa necesariamente por adaptarse a las nuevas tecnologías. Ya les he comentado en varias ocasiones que los analfabetos del siglo XXI no son más que aquellos que aun sabiendo leer y escribir, e incluso poseedores de gran cultura y títulos Universitarios, se niegan al uso de las nuevas herramientas tecnológicas que necesariamente han de impulsarnos a un futuro más práctico, cómodo y si me lo permiten, cada vez más fascinante. “Tagus”, es el nombre de la herramienta, mejor dicho, del “eReader” (lector de libros electrónicos) con el que La Casa del Libro pretende aportar su pequeño grano de arena a la Literatura en Internet. Puede afirmarse que los libros aún no han sufrido las secuelas del soporte digital, algo que sí ha hecho daño a las ediciones impresas de los periódicos por ejemplo, y ni qué decir tiene al mundo de la música (cds) y al séptimo arte (Cine y dvds). Inteligentemente y a pesar de que aún no existe un público mayoritario, La Casa del Libro se anticipa a los hechos para no verse en tales tesituras, y sobre todo en pos de difundir la Literatura y hacerla más atractiva para las nuevas generaciones. Como mi menda (ya saben que soy un sentimental “Paperboy”) habrá quien prefiera el libro tradicional de toda la vida, y considere éste como mucho más práctico, cómodo y bonito, pero aun así les animo a evitar el rechazo a las primeras de cambio, pues aun perdiendo parte de su encanto, indudablemente la literatura digital ha de proporcionarnos a través de los “eReaders” ventajas incuestionables frente al libro tradicional. La primera de ellas, sin duda, y la más importante, es su portabilidad, ya que siendo por ejemplo “Tagus” bastante más pequeño y manejable que un libro estándar posee una capacidad de más de 1.000 volúmenes, por lo que en cuestión de almacenaje y aprovechamiento del espacio también aporta innumerables y evidentes ventajas. Quizás lo más interesante sean algunas de las aplicaciones de estos lectores electrónicos, como la de disponer de una conexión a Internet que te haga estar al día de las novedades más importantes, contar con un diccionario RAE integrado, o poder interactuar con otros lectores comentando diferentes aspectos sobre una novela o un autor. Es decir, que de una u otra manera, podemos estar hablando de una fusión entre la literatura y las Redes Sociales, algo a priori muy interesante que puede significar un aumento del interés de muchos por la literatura. Y eso que Internet, a diferencia de lo que muchos piensan, ha contribuido y mucho al mundo de las letras. A la disposición de cualquier usuario están en la Red los millones y millones de Blogs sobre innumerables temas, algunos de ellos verdaderas obras de arte, que evidencian un interés por escribir y comunicarse que antaño suponíamos olvidado.

En cuestión de desventajas, como primeras de ellas el inconveniente de siempre, el alto coste de estos lectores electrónicos. Aun así ya han bajado bastante de precio, pero es innegable que son caros, y uno corre el peligro de quedarse desactualizado a las primeras de cambio tras desembolsar un puñado de euros importante. Aunque este es el eterno problema de los aparatos eléctricos, y más si cabe de lo que a informática se refiere. ¿Quién no  recuerda lo que costaban los primeros reproductores de video a principio de los 80? ¡Verdaderas fortunas! ¿Y los primeros DVS? Que además no te servían ni para ver pelis bajadas en Internet ni tenían entrada de USB ni de tarjeta de memoria. Las primeras pantallas de plasma, las primeras impresoras… y luego está el peligro de que la cosa no cuaje y te encuentres con un aparto inservible. ¿Cuántos que se decidieron por el Beta (cuyo formato y calidad era mil veces mejor) se arrepintieron a los pocos meses cuando en el video club de turno iban desapareciendo los pasillos de ofertas de películas Beta en favor de las de VHS? ¿Conocen a alguien que adquiriera un Laser-disc? Tiene que ser estupendo para exponerlo como un objeto curioso y sobre todo inservible, que es lo que es. Por lo tanto prudencia amigos. No se tiren de cabeza todavía. Permitan que el tiempo, ese fiscal implacable donde los haya nos muestre que la cosa cuaja, y que los precios comienzan a ser razonables. Pero no se cierren a la aventura, ¿Por qué no? No se trata de decidirse por el libro o el “eReader”, ambos pueden y deben convivir y completarse en armonía durante mucho tiempo. Por muy práctico que sean los lectores electrónicos nunca podrán alegrar y decorar mis estanterías como mis queridos libros y cómics. Tal vez lo de renovarse o morir tendría valga la redundancia que renovarse. Ya lo saben, “Renovarse y convivir”. Yo aún diría más mi querido Hernández “connovarse y revivir, es nuestra divisa”.

Publicado en Diario HOY el 20/11/2011

Don de LOCH LOMOND

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