Enrique Falcó. Incrédulo increíble
No me importa que nos encontremos en fechas tan señaladas, que dirían los más noveleros. Ya les expliqué la semana pasada, que mi menda lerenda, el espíritu de la Navidad se lo pasa por donde a otros les resbala el sentido del deber, de la decencia, del buen gusto y de la falta de ética y educación. No pienso acabar el año hablándoles de buenos propósitos ni de hipotéticas esperanzas de cambios a mejor en el futuro y duro año que nos aguarda (y además bisiesto, maldita sea, como los odio). En ésta, mi última cita del año con todos ustedes, (los dos siguientes domingos no habrá periódico por coincidir en este día los tradicionales descansos de la prensa el 24 y el 31 de diciembre) me gustaría hablarles de los crédulos, esos inocentes seres que afirman con rotundidad que todo aquello que les cuentan es rotundamente cierto. Tal que así, cual ilustre notario en cualquier concurso televisivo de pacotilla. Dando fe y poniendo la mano en el fuego sobre la veracidad del asunto en cuestión. Más bien el muñón, que seguro que las extremidades superiores han ardido tantas veces que pasearían a sus anchas sin denotar dolor alguno en las calderas del mismísimo Infierno. Hay gente así, a la que le cuentas que has visto a Superman tomando una caña o a Michael Jackson haciendo el “Moonwoolk” en la pizzería de al lado de tu casa y van y se lo creen. O bien le vienes con la milonga de que te has comido tu peso en pizza o que le has tocado el culo a Britney Spears y te salen con un “¿Venga ya?” ¿“En serio”? Los crédulos sueles ser los aliados predilectos de los fantasmas. Entiéndase fantasmas en sentido literal y figurado. De temas del más allá se lo tragan todo: Espíritus, vampiros, espectros, apariciones de santos, milagros imposibles, curaciones extraordinarias… aunque para ello tengan que echar por tierra las Leyes Físicas y Químicas más elementales, incluida la Ley de la Gravedad, por aquello de ser muy grave supongo. Y de lo otro, de los fantasmas de turno que cuentan mil y una milongas también. No sé quién me repulsa más, si el quiero y no puedo fanfarrón que se cree sus propias mentiras (siendo a la vez crédulo con sus fantasmadas) o el inocentón que atañe credibilidad a ciertos despropósitos que propician la vergüenza ajena. ¡”Que sí, que sí, que es verdad”! – Te insisten – “¿Y tú como lo sabes?” – Preguntas – “Porque me lo han contado” Y todo queda dicho para mayor gloria de los hechos fehacientes y demostrados.
Hace ya tiempo que se me empezó a afilar la voz dando cortes a impertinentes, petulantes y mentirosos. Existen ciertos temas que prefiero rehuir por aquello de no indagar en la incultura y total falta de preparación de la peña. Aun así, ancianos y personas más mayores, de carácter más rural, pueden contar si acaso con una pequeña posibilidad de amnistía, debido a la falta de oportunidades y lo duro del devenir de sus vidas. El problema viene cuando escuchas tamañas “soplapoyeces” de personas, jóvenes y preparadas, a las que tienes en alta estima. Se te cae el mito y te llevas las manos a la cabeza. ¡Madre de mis entretelas! ¡Si tengo amigos y familiares que juran aún a día de hoy haber visionado el famoso video del “Perro, la mermelada y Ricky Martin”! Que les intentas contar que eso era un bulo, una leyenda urbana que sólo en Estados Unidos tiene cientos de variantes, y nada. Que sí, que sí y que sí, que ellos lo han visto. ¡Pero si te encuentras a cientos de personas que aseguran haber confraternizado con “la chica de la curva” por Dios!
Con todos mis respetos ¿Se puede ser un buen médico y a la vez tener miedo del fantasma de la monja enfermera de la que según reza la leyenda cambia por sí sola los goteros de los enfermos? ¡Rotundamente no! ¿Se puede ser un buen abogado y creerte las patochadas que salen en los programas donde las supuestas “médium” engañan a los invitados de manera perversa? ¡Con todos mis respetos, no! ¿Puede un periodista que se precie caminar por su ciudad con la cabeza bien alta si se cree aquello que le han contado de que si no votas o lo haces en blanco tu voto se lo dan al partido mayoritario? ¡Todos juntos! ¡NO, no y mil millones de mil millones de veces no! ¡No me sean tan pardillos hombre! Que se lo creen todo, hasta las promesas electorales. ¡Si muchos de ustedes se tragaron lo del superávit que contaba Zapatero en 2008, y otros tantos se creen que Rajoy va a bajar los impuestos en 2012! Yo será que soy muy incrédulo, pero a día de hoy es que no me creo ni lo de que el 12-1 de España a Malta fuera trigo limpio. Ahora bien, a la típica pregunta ¿”Y si vieras algo realmente increíble y nadie te creyera”? Siempre contesto lo mismo. Lo primero sería ir a hacerme un reconocimiento médico por aquello de a ver si voy a estar mal de la azotea, que también puede pasar, y segundo, intentaría buscar la explicación más coherente, como que seguro que había tomado un Loch Lomond de más. ¿Lo de “La chica de la curva”? Que quieren que les diga, que sí, que me gustan las chicas con curvas, pero poco más. A mí ya me conocen, si no lo veo, no lo creo. Y tengo 5 dioptrías, conque imagínense. ¡A otro perro con ese hueso!
Publicado en Diario HOY el 18/12/2011