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Moisés Cayetano Rosado

Los Tesoros de la Raya

EL ACUEDUCTO DE CAMPILLO DE DELEITOSA: TESORO DESCONOCIDO A NUESTRO ALCANCE

Arcadas del Acueducto de Campillo de Deleitosa./ Moisés Cayetano

Arcadas del Acueducto de Campillo de Deleitosa./ Moisés Cayetano

Si pegado a la Raya tenemos ese envidiable Acueducto de Amoreira -en Elvas-, y un poco más hacia el oeste el de Água da Prata de Évora, al noroeste, en tierras extremeñas, podemos permitirnos también un delicioso paseo siguiendo el trazado de un acueducto excepcional, tesoro desconocido y resguardado. ¡Y además hacerlo, como en ninguno de los otros, por dentro del canal que transportaba el agua!

Hablo del de Campillo de Deleitosa, a poco más de veinte kilómetros al sur de Navalmoral de la Mata (Cáceres). Lugar donde parece como si el tiempo se nos hubiera detenido. Tal como su iglesia parroquial, comenzada a construir en el siglo XVII, de aire tardo renacentista, más un toque arcaizante en la espadaña, con dos hermosas campanas y nido de cigüeñas.

El pueblo se asienta en una enorme raña (depósito sedimentario de la Era Terciaria que recubre los materiales paleozoicos, con disposición horizontal, englobando cuarcitas y pizarras en base arcillosa y arenosa), escondido entre montículos mayores.

Y al lado mismo, encontramos este acueducto de más de cinco kilómetros, en las laderas del río de Descuernacabras, y que nos lleva desde los restos del martinete (“molino”) de las Herrerías hasta las ruinas de la central hidroeléctrica, que proporcionó energía en el pasado siglo a la zona, dándole una vida de la que ahora se resiente.

Tramo espectacular del Acueducto./ Moisés Cayetano

Tramo espectacular del Acueducto./ Moisés Cayetano

El acueducto es increíble. Puede recorrerse casi en su totalidad por dentro del vaso del canal, que salva el vacío en algunos momentos con más de 7 metros de altura constructiva y más de veinte arcos consecutivos de medio punto, todo con el material cuarcítico y pizarroso de la zona, impermeabilizado con fuerte mortero.

Atrae especialmente el paisaje. Viejo roquedo levantado en la orogenia herciniana, hace más de 350 millones de años. Anticlinales arrasados por la erosión y sinclinales rellenos, especialmente durante la Era Secundaria, a lo largo de doscientos millones de años.

Vemos enormes crestas de cuarcita resaltando en lo alto de los montes; derrames de pizarras en laderas y depositadas al fondo de los valles, junto a areniscas y conglomerados. Por el camino, las glaciaciones del Cuaternario han depositado bloques de estos materiales metamórficos en las faldas y gargantas, formando enormes pedreras desnudas, contrastando con la vegetación exuberante del resto del terreno.

La disposición de las pizarras que vamos esquivando es de buzamiento casi vertical, erosionadas en “dientes de perro, de los que hemos de cuidarnos, por lo afilado de sus láminas, finas como hojas de un libro.

Valle por donde discurre el Acueducto./ Moisés Cayetano

Valle por donde discurre el Acueducto (a la izquierda del río)./ Moisés Cayetano

El valle es rico en enebros, fresnos, quejigos, loreras, higueras, alcornoques, encinas, jaras, madroños, zarzamoras, hierbas aromáticas… Da para oler, mirar e incluso “masticar”…

Todo ello lo atesora Campillo de Deleitosa, que fue ruta trashumante esencial, por sus notables pastos y su abundante agua, precipitada desde las crestas que encajan el arroyo de Descuernacabras, llegando a las fuentes y pilares del pueblo todavía.

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