El origen del Fuerte de San Lourenzo -a orillas del río Miño, en Goián (del concejo gallego de Tomiño)- viene dado por los enfrentamientos habidos entre españoles y portugueses durante la Guerra de Restauração (1640-1668). Tras el Tratado de Paz de 1668, sería abandonado, construyéndose sobre sus bases, en 1671, por orden de Mariana de Austria, la actual fortaleza.
El Fuerte -cuadrangular, con baluarte en cada esquina- está construido en piedra de granito. Los muros presentan aparejo de mampostería -salvo en las esquinas de los baluartes y en la puerta, donde se utilizan sillares, así como en los remates superiores de los entrepaños-. Sobre cada baluarte existe un montículo de tierra, a manera de “caballero”, para facilitar la vigilancia y apoyo de armas desde mayor altura.
En 1843 aún tenía guarnición, pero en 1869 se encontraba en estado ruinoso. El 8 de noviembre de 1873, fue subastado en Pontevedra, pasando a manos de particulares. A partir de ese momento, el fuerte sufrió agresiones en su estructura y configuración con extracciones de piedra, hasta que el Concello de Tomiño lo adquirió para emprender su rehabilitación, que sigue en curso.
Cuando ahora nos acercamos al Fuerte -pese a estar en proceso de rehabilitación-, lo primero que nos da es sensación de abandono, como tantos tesoros de nuestra Raya/Raia, desgraciadamente. El acceso es fácil, pues se encuentra casi a la orilla del camino que conduce al embarcadero inmediato, por el que se llega a la población portuguesa de Vilanova de Cerveira. Pero, en su soledad, se rodea de hierbajos, así como arboleda invasiva que ocupa fosos, sus tres revellines y el interior.
Cortinas y baluartes nos denuncia el tremendo saqueo de sus piedras de mampostería y sillares, habiendo sido cubiertos los muros por largueros de madera para evitar el derrumbe del relleno. Nada conserva de lo que fueron su cuerpo de guardia exterior, casa de guardia interior, cuartel, casa del gobernador y otras dependencias de intendencia, estancias de tropa, etc. ¡Incluso en el cartel indicativo exterior faltan la mitad de las leyendas de dependencias…!
Y si nos subimos a sus cortinas y baluartes, en la cara que da al Miño y población portuguesa de Vilanova vemos debajo de sus glacis, hacia la orilla del río, algo singular: una construcción moderna, reciente, en forma casi de hornabeque (como imitando -eso que le gusta tanto a algunos “restauradores”- a un elemento defensivo externo), que desemboca en playa fluvial, donde los bañistas se refrescan no solo en el río inmediato sino debajo de la ducha instalada a propósito.
Hay unas curiosas pintadas en este singular pseudo-hornabeque reciente que son más que elocuentes: SANDRA MENTIREIRA o FORA SANDRA… Y especialmente me llama la atención: ISTO É ILEGAL. Se referirán, claro, a Sandra González Álvarez, alcaldesa de Tomiño, del Bloque Nacionalista Galego.
Desde luego, a la luz de la Ley de Patrimonio Histórico Español, de 1985, debe serlo, por irrumpir y distorsionar el espacio de un BIC (Bien de Interés Cultural), creando un añadido burdo en su concepción “imitadora”, perturbador de la integridad del entorno monumental.
Es un pegote inexplicable, como tantos pegotes inexplicables se han hecho y se siguen haciendo, distorsionando nuestro patrimonio monumental. En fin, una desventura más en un venturoso Fuerte que al menos se mantiene en pie, esperando que se cumplan los proyectos que con respecto a él se formularon: rehabilitación completa; puesta en uso con carácter museológico, con centro de interpretación de las construcciones defensivas del Miño y adecuación para actuaciones de recreación histórica.
A ello habría que unir la programación de actividades sistemáticas conjuntas con la vecina Vilanova de Cerveira, al otro lado del río, cuyo fortificación en el mismo frente forma con ésta un conjunto que merecería se reinstaurara el paso fluvial con ferry -suprimido al hacer aguas arriba el Puente Internacional que comunica ambas orillas-: así estarían ambas fortalezas a unos minutos una de otra y no habría que dar el amplio rodeo a que ahora nos obligan.
En fin, que la desidia, el abandono y los “falsos amigos” constructivos no sigan lacerando los tesoros tan dignos es revitalizar y disfrutar en nuestra Raya/Raia.