>

Blogs

Marcos Ripalda

De subir a la montaña me canso

Dreyer en el precipicio

La historia breve de alguien. A ese alguien le suceden muchas cosas, demasiadas. Al menos, para él. Se usarían muchas imágenes. Como paisajes sonoros. Sin que haya sonido necesariamente. Una historia que ahonde en los sentimientos y en la que las palabras estén presentes en su justa medida. Es una buena idea hacer un falso documental, pero por muchas razones inviable. Hay que pensar en otra cosa. Buscar, por ejemplo, relatos literarios, adaptarlos, cambiarlos, para eso están, versionar, podar hasta, incluso, hacerlos irreconocibles. Más que nada por lo de los derechos de autor y todo eso. Pensar. Lo intento, pero no sale nada. Sigo pensando, aunque más bien me dejo guiar por lo que escribo. Como si no pensase. Es necesario. Pausa. ¿Tiene que ser el guión mío? No te obligues a contestar. Nadie te lo pide. Yo creo que esa es la idea, pero, ¿estoy capacitado para hacer ese tipo de historia que nunca he conseguido escribir? Fijarme en los relatos. En Bante. Puedo escribir otro relato y después traducirlo, moldearlo en guión. ¿Una obra teatral? Adaptarla de algún modo, sí. Buena idea. Una historia. Fíjate en películas que te gusten. La buena estrella. Rompiendo las olas. Ese es el tono. ¿Y los actores? ¿Lo soportarán? Y lo primero es lo primero: ¿los encontraré? Un casting en la universidad, a mediodía. Buscando señales. Pero primero la idea. Para luego ampliarla. Eso es. Lo primero, no olvidarlo. Una idea. Una luz. Minúscula. El proceso creativo es peligroso. ¿Tengo algo que decir? Pensar en ello. Pausa. Acuérdate de los cortometrajes que has visto. De Código desconocido. Vale, no es un corto, como ejemplo no sirve. El tono, el tono, pero creando un estilo propio. Intentarlo. Así no vamos a ninguna parte. ¿Cómo concentrarse, dar con el tema, desarrollar una historia? Rápido, rápido. Tiene que ser algo tuyo. Que provenga de ti. ¿Qué sentido tiene que te lo proporcionen otros? Necesitas ayuda, no ideas. ¿No querías ser guionista? Ahora es tu oportunidad. Ya ha habido algunas, no desaprovechadas del todo. ¿Y tú situación? Tienes que hacer algo. Ya. Empecemos. O lo intentamos o lo dejamos. Que fácil dejarlo. No es ese el estilo. No a las cosas. Las carencias. ¿Hablar de la crisis de un guionista? Visionar Barton Fink, de los Coen. Creación de un primer acto: la dificultad para crear. ¿Qué hacer cuando hemos embarrancado? ¿Acaso no lo estuvimos siempre? Fíjate. La historia del hijo que te contó tu madre. La del cubano. Tres tristes tigres. El autor lo dejamos por ahora. O mezclar historias: las tuyas, las de los otros, las escritas. ¿Qué más quieres? Creo que esta narración se está convirtiendo en un fin en sí misma. No obtendré el ansiado guión (ni siquiera la idea), pero haré algo: escribir. Falta te hacía ya. Un relato sobre la dificultad de un autor a la hora de enfrentarse a un nuevo proyecto fijado por él mismo. Pero, ¿desde cuándo? Poco alentador. Tomar perspectiva. ¿dónde situarse para verlo todo con ojos de película factible? A más B igual a C, no te olvides. ESCENA 01. Con eso empiezas. Ánimo. En primer plano una fruta madura. Da igual la fruta. Un goteo al fondo. La fruta desenfocada. Nada se mueve. Sigue el goteo. Enfocamos un cuerpo derrumbado en una postura incómoda. El goteo. Corte a negro. Esperamos unos segundos. Cinco, seis. El mismo plano. Una mano se apodera de la fruta. Corte a negro. Títulos de créditos. Habrá que darles una apariencia austera. Nada de música. Fíjate en el corto “La cuarta cuerda. Los títulos iniciales. Muy originales. Otra forma de hacerlo es fijarse en títulos de películas. Tienes unas cuantas en casa. Apunta que tienes que mirarlas. Están cogiendo polvo. Convencerse de que lo que importa es el tema. Sobre todo encontrar el conflicto. ¿Puede pedirse menos? Una historia fácil de rodar, sin complicaciones actorales. Que se pueda rodar en un fin de semana. Y una segunda unidad que ruede planos de reserva. O la misma. Eso depende del equipo. Creo que seremos pocos. ¿Para qué cambiar? No es precisamente la intención. Por ahora, obviamente. Un tipo saltando al vacío. Eso es un buen comienzo. No para el tipo, claro. Un buen comienzo de todas formas. ¿Por qué se tira? ¿Empezamos por el final? El motivo. Importantísimo. La voz en off. Un elemento peliagudo. Estudiar su conveniencia. Una historia, tantos minutos, ¿contados con voz en off? Todo es posible. Océano moja. ¿por qué no intentarlo? La historia es bonita y funciona y todo eso que hace falta para que tenga éxito. Esto lo sé hasta yo. Una historia en la que una chica socorre a un chico. Toda una trama para matar a la chica. No es lo mío. Engañar al espectador. Partimos de la base de que este no es memo. Por muchas memeces que vea en la pantalla. Lo uno y lo otro, ¿entienden? Unos pies descalzos sobre la hierba. Llueve. Un cuerpo semidesnudo. Se dirige a una puerta. La abre. No puede. Cae fulminado. El cuerpo. ¿Hacia dónde me dirijo? Centrar el foco. Tenemos serios problemas. No sabemos enfocar. No sabemos escribir. No sabemos. Título. Vamos a probar de esta forma. Historia de un beso. Es lo primero que se me ha venido a la cabeza. Historia de una marioneta. Poético. Historia de un hombre cualquiera. Un hombre en sus quehaceres cotidianos descubre algo. Buen tema, sí señor. Oye una voz, por ejemplo, que le dice “Tienes que creer”. Ya retomamos los temas marginales, yo me entiendo. Un hombre que comienza a hacer cosas extrañas . Como le pasaba a Richard Dreyfus en Encuentros en la Tercera Fase. Una obsesión. Por el buen camino, nunca El camino de Swan. No sé a qué viene esto último. Literatura, una pérdida de tiempo. Un tema goloso ese de las obsesiones, no lo abandonemos. Un hombre se obsesiona con algo. Encontrar ese algo. Primera dificultad. Una cinta de video. No sabe de dónde ha salido. Se ve a él haciendo lo mismo que acaba de hacer. Cada vez que la pone es la misma cantinela. No se asusta. Lleva la cinta a casa de sus amigos y puede ver lo que están haciendo. Sólo tiene que encontrar el vídeo adecuado. Entrar en la casa. ¿Qué otros obstáculos? Creo que nos desviamos. Y tanto. Un hombre que reúne arena, agua, algo fácil de conseguir. ¿Una obsesión que acaba en paranoia? Cinematográfico cien por cien. Un presentador de un telediario se dirige a los telespectadores. Cuenta un suceso. El espectador los conoce o los desconoce. Sería un buen punto de partida en todo caso. Un beso de esos que no olvidas. La pasión. Eso es lo que encuentra al final nuestro obseso. ¿Un sueño? Sí, demasiado típico. Abandonarse a la inspiración. Utilizar un lenguaje sencillo, cuyo contenido no sea simple. Profundidad en pocas palabras. Sencillez que no simpleza. Ojo. Vamos, vamos. Otra idea. Más desarrollo. Tirar de la cuerda. Al final de la soga, nada. Me lo temía. Contar una historia en sentido inverso. ¿Irreversible? Una historia que enganche, que esconda algo debajo de muy poquito, de una narración breve, diminuta, pero que esconda algo, ¡por el amor de Dios! Ni siquiera un grito, una fractura en la narración. Una fruta en primer plano. Eso tenemos. Una mano que se lleva la fruta. Sigue. Una nota de suicidio. Love Liza. Sin dramatismos. Historias mínimas. Lo que a todos nos alcanza. Quedémonos con eso. Si sólo fuera eso… Qué paliza con las imágenes, qué colosal trabajo en las azoteas. Un palco en silencio. La obra va a comenzar. Tenemos actores y quien la filme, pero no tenemos historia. Lamentable. Un comienzo poco prometedor. ¿Es el título de alguna película? Si no lo es, debería. Lo mismo lo tomo prestado y hago un cortometraje con ese título. La secuencia en la que Jordi Mollá se muere. En la cárcel. Es como si ya estuviera muerto. Que delicia de interpretación. Los cerros de Úbeda, allí andamos. Lamentamos comunicarles señores pasajeros que vamos a estrellarnos en breve. Un avión surca el cielo. Esta vez ningún ser humano se arroja por el balcón de su desidia. Palabra clave. Trabajemos más. Una historia. Un cortometraje. Pensemos en imágenes. Practicidad. ¿Existe? Aprender de los americanos. Ese cine espectáculo, pero sin espectáculo. Una historia. Ni más ni menos. Teoría de la Literatura. Eso. Dedícate a analizar a otros. No, mejor. Que te analizen a ti. Ea. Hay que buscar otro tema, una idea, aunque no sea muy original y plasmarla en imágenes. Apenas 10 minutos. Tampoco hay que pasarse. Novedades. Creo que voy a plantear algunas cuestiones. Vaya cuestiones. Una historia en la que se utilice el proyector. Rondando el tema de la obsesión. No por el proyector, claro. El proyector hace las secuencias más densas. Que se sienta la caustrofobia. Las imágenes aturden al protagonista. ¿Una mujer, un hombre? Por ahora indiferente. Tirar pa´lante. Cómo hacerlo. Un hombre está viendo una película y de pronto la cinta se interrumpe. Ruido. El hombre se acerca a ver qué ha ocurrido. Toca un cable. Vuelve a verse la imagen y el sonido. Se sienta. El sonido desaparece. “¿Qué le pasa a este equipo que no se oye?” Vuelve a levantarse. Toca los cables. Ni imagen ni nada. Ruido. Se desespera. Vuelve a sentarse, abatido. De pronto, vuelve la imagen. Toma una lata de cerveza. No se fija en la imagen. Se le atraganta la cerveza porque es él quien está proyectado en la pantalla. Hace los mismos gestos, como si le estuviesen grabando con una cámara oculta. Se fija en el ángulo busca la cámara. Revuelve la habitación. Se sienta. Será una broma de Marta, se dice. Una figura se acerca sigilosa y le intenta estrangular con un pañuelo. Esto es lo que ve en la imagen. Se vuelve histérico. Nada. Se observa tirado en el suelo. No se mueve. Como si estuviese muerto. Pero él está vivo. Se toca el pecho. Trata de tranquilizarse. Le cuesta. Enciende un cigarrillo a duras penas, se le derrama la cerveza, se mancha. Vuelve a verse en la pantalla. La figura sigue sus gestos. Se acerca a la pantalla. La toca con el índice y desaparece. En la pantalla un hombre muerto yace en una posición incómoda. Fundido a negro. Creo que puede ser una buena historia. Tiene gancho, impacta. Es obvio que hay que escarbar en ella. Construir matices. Que sea una historia redonda.

Responsable de Diseño en el Diario Hoy de Extremadura desde 2012. Escritor de relatos breves donde aplico la máxima de la Escuela Postirónica: "Hablar de unas cosas para decir otras" . Soy consciente de mi ignorancia.

Sobre el autor

MARCOS RIPALDA es licenciado en Periodismo, diseñador gráfico y cuentista postirónico, término que él mismo acuñó con el beneplácito de su madre. Actualmente es el responsable de Diseño del diario HOY. CARMURA LENTEJA es ilustradora.


junio 2015
MTWTFSS
1234567
891011121314
15161718192021
22232425262728
2930