Como parte que soy de la generación Mcdonald, ya no solo por estar acostumbrados a alimentarnos de comida rápida, alta en grasas y calorías, sino también por no poder optar a tener otro empleo que este tipo de trabajos, que aunque parece que nadie los quiere son difíciles de conseguir, es normal que no me guste que se presente una hamburguesa con carne 100% extremeña como plato gourmet de la denominada ‘comida basura’.
Publicitar este tipo de productos 100% extremeños va a beneficiar más a la imagen de Mcdonald’s que a la de la carne extremeña, que si hasta ahora era considerada una carne de calidad, probablemente, la salida de este producto a la venta perjudique su imagen de puertas para afuera. Hace unos días, conocí a unos chicos de Castilla y León y una de las cosas que más les llamaban la atención de nuestra tierra era la gastronomía, tanto que algunos se fueron cargados para su región con productos ibéricos y prendados de nuestra cachuela.
Yo no he probado la Gran Extrem en ninguna de sus tres modalidades, pero por los comentarios que he escuchado de amigos, los que he leído en redes sociales y por la de cajas de dicha hamburguesa que he visto acumuladas en las mesas cada vez que he entrado en un Mcdonald’s, me queda claro que buena tiene que estar. La cuestión es: ¿qué hamburguesa no está buena en este tipo de restaurantes de comida rápida con las salsas que les echan y la cantidad de mezclas de sabor que tienen las freidoras de ser tan utilizadas?
Si en Extremadura queremos seguir vendiendo nuestra naturaleza, la libertad y buena alimentación de nuestros animales en la dehesa y, en definitiva, nuestra calidad, ser promocionados como la carne líder de la comida basura es dar pasos de gigante hacia atrás y dejar que una marca reconocida a nivel mundial nos utilice.