Si no es porque hoy es el día del trabajador y porque no tengo cinco años menos, esta mañana hubiera apagado el despertador para no ir a clase, una práctica que he solido realizar como si se tratase de una especie de rito cada vez que el Real Madrid pierde un partido importante. La primera vez, tras perder la final de la Copa del Rey ante el Dépor en el Bernabéu.
Hoy no estoy tan triste por la eliminación de la Liga de campeones, a un paso de la gran final de Wembley, ni siquiera por habernos quedado a un gol, tal vez por falta de tiempo, por no haber aprovechado las cuatro oportunidades tan claras que hemos tenido en los primeros quince minutos del partido… no, hoy no me preocupa eso, sino ese aire de renovación, de fin de una etapa, que tanto nos hacen creer las declaraciones de Mourinho, las informaciones de los periodistas con más rigor deportivo del país sobre los acuerdos de Florentino con Ancelotti, el poco fuelle que le queda a la delantera de nuestro equipo…
No me gusta eso de tener que volver a construir un nuevo proyecto, un nuevo vestuario, y menos con jugadores que triunfan en otros equipos y que al llegar al nuestro, se pasan la mitad de la temporada lesionados, que no rinden como debieran. Mourinho no es del todo de mi agrado, pero lo cierto es que al llegar él, superamos el gafe de los octavos.
Desde que se fue Del Bosque del Madrid, bueno, mejor dicho, desde que lo echaron, ningún otro entrenador había vuelto a hacernos soñar con una nueva orejona, con la décima. Desde Queiroz hasta llegar a Pellegrini, ningún entrenador había conseguido hacer un equipo fuerte a nivel europeo, que demostrase ante los demás países del continente por qué había sido elegido el mejor del siglo XX. Y ahora que estamos a buen nivel, entre los cuatro mejores, que la mayor ilusión tras una derrota es creer que el año siguiente se va a poder, van y nos vuelven a dejar huérfanos. O por ahora, eso nos hacen creer.
Yo quiero volver a ilusionarme el año que viene, una década después de conseguir la novena, con que la décima está a nuestro alcance. ¡Mourinho, quédate!