Una manera muy curiosa de medir la importancia de un monumento o una plaza, dentro de una ciudad tan grande como Roma, es hacerlo fijándose en la cantidad de negritos que hay rondando a los turistas y vendiendo todo tipo de cosas. Gracias a detalles como este, una descubre, por ejemplo, que la Plaza de España, y sobre todo sus grandes escaleras, son más importantes en la ciudad romana que lo que una podría llegar a creer y que la Pirámide de estilo egipcio, en cambio, no tiene tanta fuerza.
Sin embargo, hasta ahora, siempre que me encontraba con este tipo de ventas en la calle, sobre todo frente a monumentos arquitectónicos, los productos que solían ofrecerme eran réplicas en miniatura de la obra que ante mis ojos se hallaba: mecheros con su nombre o imagen, gafas de colores o una especie de tirachinas fosforito que lanzaban como reclamo al cielo y que siempre cogían antes de que cayeran al suelo. Sí, esos que venden también en las ferias, que parecen que van a caerte en la cabeza.
Pero hasta en las ventas ambulantes hay renovación y adaptación a los tiempos que corren. Si se han puesto de moda hace poco los selfies con la cámara delantera del móvil, no han tardado mucho en sacarle beneficio a ese mercado. Ahora la moda ya no es hacerse un selfie frente al Coliseum en el que sen ve tu brazo alargado y tu rostro del cuello para arriba estirado, sino hacerse uno en el que el mango de un palo, que sujeta tu móvil y hace de sustento y mando a distancia, cobra protagonismo y se convierte en un elemento moderno de tu retrato.
El día que en Cáceres nos encontremos con este tipo de productos, que tardarán en llegar como todo (El Corte Inglés, AVE…), no solo empezaremos a constatar que estamos más avanzados que vendiendo miniaturas de cigüeñas, sino que nuestros monumentos tendrán más repercusión y movimiento en internet por el mero hecho de que está de moda aparecer en las redes con un monumento y un palo.